(FIC) Our Special Day

Al fin! Después de cuchumil cuchucientos años logro escribir un shot coherente y de 12 páginas (porque suelo hacer shots entre 6 y 8 nada más xD) ♥
De verdad me disculpo por desaparecerme así, pero como he mencionado antes, este ciclo en la universidad no ha resultado ser tan sencillo como esperaba. Y además, (haciendo la larga historia algo más corta) no puedo descuidarme en ningún curso ya que estoy postulando para irme a trabajar al extranjero este fin de año gracias a un convenio en la misma universidad♥ Así que estoy dando lo mejor de mí estos días :)
Espero puedan comprender y en serio aprecio muchísimo su paciencia y los hermosos comentarios de ánimo que he ido recibiendo en estos días~ Las quiero mucho♥♥♥ *les lanza corazoncitos*

Título: Our Special Day
Autoras: Axy
Parejas: YooSu
Género: Romance / Fluff
Advertencia: NC-18/LEMON

La tarde cae tranquila sobre las costas de la península surcoreana, el mar se mece en suaves olas que danzan a la par con la ligera brisa y el murmullo apacible del agua asemeja una melodía relajante, hasta que de repente se ve opacado por unas risas divertidas que rompen abruptamente el silencio.

Mar adentro, un par de motos acuáticas corren a la par y se enfrentan en carreras con metas imaginarias, dan vueltas alrededor de un yate varios metros más grande y acompañadas por gritos alegres y risas descontroladas, se salpican agua cada tanto a modo de ‘venganza’ tras haber perdido.

-¡Junsu-yah!- la voz del pelinegro surcó el oleaje, haciendo sonreír ampliamente al mencionado. El menor maniobró el vehículo de modo que a los pocos instantes quedó cerca a la moto ajena – ¡Estás haciendo trampa! ¿Desde cuándo manejas tan bien?-

-No es mi culpa tener la habilidad de aprender rápido~- canturrea feliz mientras acomoda hacia atrás esos mechones castaños con ligeros destellos rubios que caen húmedos y rebeldes sobre su rostro.

-¿Otra vuelta?- pregunta animado, señalando una boya que se mantiene a flote sobre la superficie del mar a varios metros de distancia.

-El que pierde prepara la cena- acepta sonriente y en segundos sus vehículos están alineados en dirección al punto de meta –Uno… dos… ¡¡TRES!!-

Los motores rugen en reacción al acelerador y una estela de agua salpicada se dibuja tras cada moto acuática; la velocidad corta el viento, desordenándoles el cabello a ambos muchachos, llenándoles de adrenalina cada fibra del cuerpo. Ambos pares de manos asidas fuertemente al acelerador en un vano intento por ir más rápido, incluso cuando el velocímetro se encuentra al tope.

Las carcajadas de Junsu escapan a medida que se acercan al punto de meta, Yoochun le acompaña con uno de sus típicos gritos emocionados mientras se acomoda de pie con el cuerpo inclinado hacia el frente sin soltar el manubrio.

La moto de Junsu serpentea unas cuantas veces antes de dar un último acelerón, tomando por sorpresa al pelinegro cuando el chorro de agua que escapa del lado trasero del vehículo le cae encima, mojándolo otro poco.

-¡¡Voy a ganar!!- chilla el castaño, tomando la misma posición que el mayor, de pie sobre la moto acuática, justo unos segundos antes de pasar la boya de meta.

Un atónito Yoochun comenzó a disminuir la marcha mientras le daba el alcance al menor, deteniendo la moto junto a su igual, para poder soltar el manubrio y aplaudirle al castaño.

-Ok, acepto la derrota. Nunca esperé que aceleraras a último minuto- confiesa contagiándose de la expresión de alegría que se ha plasmado en el atractivo rostro de su Junsu.

-¿Volvemos al yate?-

-Pero yo te llevo- asiente y ríe quedito cuando el menor se lanza al agua para poder enganchar su moto en la del pelinegro, antes de ayudarle a subir y acomodarse tras él en su vehículo.

-¡Yah!- se queja entonces, moviéndose para quedar sentado a horcajadas sobre las piernas de Yoochun, abrazándose a su cuello – ¿No vas a felicitarme?- sonríe acercándose peligrosamente al rostro ajeno, sintiendo como se le colorean las mejillas cuando las amplias manos del pelinegro le sujetan firmemente la cintura.

-¿Felicitarte? Acepté la derrota, pero igual tengo que preparar la cena, babe~- habla cerca a su boca, ampliando otro poco la sonrisa cada vez que el aliento tibio del menor golpea sus labios.

-No te dejaré manejar hasta que me felicites- se queja frunciendo los labios en un curioso puchero, uno de esos que el mayor conoce de memoria y le encantan -…y cómo sigas así puede que no haya ‘postre’ hoy~- murmura encontrándose con esas pupilas que le observan embelesadas, se ahoga en esos ojos ónix que, profundos como el mar sobre el que se encuentran, le absorben y acaparan toda su atención.

-Me manipulas a tu antojo- ríe ladino, apenas rozando sus gruesos labios en los más finos –Te felicito Junsu-ah~- susurra solo para él, antes de atrapar esa boca dulce que, a pesar de haberse vuelto un tanto salada por culpa del agua marina, para Yoochun aún es tan deliciosa como su postre favorito.

La lengua traviesa del castaño se asoma para dejar una nueva estela de humedad sobre el labio inferior de su novio antes de succionarlo despacio, dejándolo un tanto más colorado que te costumbre.

-Ngh~- sonríe contra la boca ajena, ahogando un jadeo cuando los dedos del mayor descienden hasta su cadera y le presionan otro poco más cerca –Vamos Chunnie~- pide con las mejillas encendidas apenas sus rostros se separan, aceptando gustosamente esos piquitos que son dejados sobre su boca antes de volver a su lugar, sentado tras el pelinegro.

Sus manos se abrazan a la cintura del pelinegro, el motor se enciende y pronto están retomando el camino para volver al yate.

El cielo comienza a tinturarse en tonos anaranjados y otros ligeramente rojizos, la puesta de sol se avecina y se lleva consigo la claridad del día.

Aseguran ambas motos acuáticas al yate y se toman unos minutos para secarse el cuerpo superficialmente, para no ensuciar el interior de la embarcación y tener que limpiar luego.

-Tomaré una ducha~- informa el menor Kim, quitándose la parte superior del wetsuit que trae puesto para dejarlo fuera de la cabina interna ya que aún se encuentra mojado.

Las pupilas del mayor delinean con parsimonia cada tramo de piel que va quedando expuesta por culpa de los sutiles movimientos que realiza el castaño para despojar la prenda de su cuerpo. Y se maravilla por millonésima vez con cada lugar que le gusta del cuerpo de su novio, esas ligeras hendiduras que se forman a la altura de sus costillas, esos hoyuelos que se marcan casi sobre sus hombros señalando el límite de su clavícula, esos montecitos de piel café que decoran a la perfección el pecho, esa porción de piel un tanto más hundida justo encima de su ombligo y esos vellitos ligeramente más oscuros que descienden en una fina línea vertical hasta perderse bajo los shorts que aún trae puestos.

-¡Park Yoochun!- el chillido le trae abruptamente a la realidad, obligándole a esbozar una sonrisa pícara después de encontrarse con ese par de mejillas coloreadas de rojo bermellón.

-… ¿Mmh?- apenas cuestiona cuál niño bueno, sin detener esos pocos pasos que le acercan del todo al cuerpo de dios de su novio, dejando que sus largos dedos bailoteen a su gusto sobre la lechosa piel de su cintura.

-Nada de mmh, deja de mirarme así~ Es…-

-¿Vergonzoso?- completa sin dejarle terminar, riendo quedito cuando las pintadas mejillas se inflan formando un lindo puchero -Me encanta avergonzarte baby~- confiesa soltando una carcajada antes de hundir el rostro en la curva del cuello de su novio, probando sutilmente cada recoveco con sus gruesos labios.

-Lo que te gusta es ‘comer delfín’- puchea en medio de un gracioso berrinche -ni siquiera hemos cenado aún- se queja entre ligeras risitas que comienzan a brotar de sus labios cuando el mayor le hace suaves cosquillas con sus dedos mientras busca abrazarle otro poco más receloso.

-La carne de delfín es nutritiva, ¿sabes? Puedo reemplazar la cena por…-

-¡Chun!- casi grita en una carcajada cuando el pelinegro le muerde despacio la piel del hombro, haciéndole reír nervioso -Basta ya~- pide en sendas carcajadas, atrayendo el rostro ajeno entre sus manos para topar sus sonrisas en un nuevos besos cortos cargados de diversión y cariño -No me tardaré en el baño, saldré antes de que se ponga el sol- promete entre piquitos, casi sin querer apartarse de ese calorcito que Yoochun le comparte, pero sabiendo que si no lo hace ahora no se duchará, no cenarán, no dormirán y quizás en la madrugada le entre el hambre. Aunque no suena como una mala idea realmente, pero ese día…

Ese día era especial.

La boca del pelinegro atacó unas cuantas veces más los rosados labios antes de dejarle ir, ambos sonriendo radiantes cuando sus pupilas se encuentran.

-Si no sales a esa hora voy y te saco- advierte dejando una palmadita en el redondo trasero de su novio apenas este le da la espalda, recibiendo a cambio nuevas risitas avergonzadas y un reproche azorado desde lejos.

~~~~~~

Yoochun apenas había podido cambiarse, dado que Junsu ocuparía la ducha mientras el preparaba la cena. Aunque claro que le hubiera gustado compartir el agua tibia junto al castaño, pero eso del ‘autocontrol’ últimamente se le iba de las manos.

Y es que puede jurar que Junsu está cada vez más hermoso… y sexy. Especialmente sexy, pero ese es un punto delicado de tocar ya que aquello implica las miradas lujuriosas que se pasean por el cuerpo del menor y esas ganas asesinas de querer deshacerse de los dueños de esos ojos.

Una sonrisa socarrona se dibujó en el rostro del mayor; pensar en los debrayes mentales que se hace cada tanto por culpa de ese chico que irónicamente, es única y exclusivamente suyo.

Entre pensamientos y recuerdos, el pelinegro termina de saltear unos champiñones para acomodarlos en uno de esos platos donde ha ido colocando cada ingrediente para esas pizzas caseras que planea preparar junto a su novio.

-¿Cómo vas Chunnie?- pregunta Junsu mientras sube esas escalerillas que le llevan desde la cabina interior a cubierta, aún secándose los húmedos cabellos con una toalla sobre la cabeza.

-Está casi listo, ¿me ayudas cortando los tomates mientras me doy una ducha rápida?- apenas voltea para mirar al menor, sonriendo ante ese sonrojo involuntario que tiene en las mejillas por culpa del agua tibia –No quiero seguir ‘salado’- bromea mientras los brazos de su novio se cierran en su cintura, dejando que lo arrope en un abrazo antes de besar su frente.

-Bien~ Pero apresúrate- acepta recibiendo un piquito sobre los labios.

Y antes de siquiera terminar de cortar el par de tomates que le fueron encomendados, el pelinegro ya estaba volviendo a esa pequeña cocina que le da otro toque acogedor al amplio yate.

Entre besos cortos y algunas bromas, terminaron de preparar la cena juntos; ambos frescos luego del divertido día, vistiendo camisetas holgadas y shorts, donde la única diferencia entre ambos era que los de Junsu apenas llegaban a medio muslo, cuando los del pelinegro estaban una palma por arriba de la rodilla.

El color azul marino del cielo se había sobrepuesto a los tonos rojizos que acompañaban al sol; las estrellas titilaban con gracia en el firmamento, decorando esa hermosa noche de luna llena. El mar se mecía en suaves olas, a comparación de otras veces el agua se encontraba tranquila, dejando en el viento el arrullo que se convierte en una melodía a oídos de ambos muchachos.

Han decidido sentarse en la proa del navío, llevando consigo ese plato de pizza que ahora comparten, observan el cielo estrellado y la costa de Incheon iluminada por las luces de los edificios y casas.

-Todo es tan tranquilo aquí- comenta el castaño, recostándose hasta quedar echado sobre su espalda, alzando los brazos para estirarse mientras un destello en el cielo llama su atención.

-Lo sé, por eso quería traerte…- concuerda con una sonrisa, levantándose para dejar lejos el plato vacio; volviendo a los pocos instantes para imitar la pose de su novio, echándose a su lado, entrelazando sus dedos a una de esas manos que aún se haya alzada hacia el cielo.

-Me encanta~ Ahora entiendo por qué compraste el yate- ríe quedito y se acomoda de medio lado para ver mejor al pelinegro –Me gustaría pasar días enteros aquí, solo tú y yo, en unas vacaciones interminables-

-…A mi también Junsu-ah, no sabes cómo me encantaría- sonríe alcanzando con su mano libre la delgada cintura del menor para atraerlo a su cuerpo.

-Me molesta que nuestros horarios no encajen la mayoría del tiempo, pero en días como estos, en los que podemos estar juntos todo el día me dan ganas de pegarme a tu lado y no soltarte- murmura abrazándose a ese pecho en el que pronto es acunado. Los dedos del mayor acarician los castaños cabellos que caen rebeldes sobre la frente de su novio, apartándolos apenas para dejar castos besos sobre la tibia piel.

-No fue tan difícil coordinar un fin de semana para nosotros, te prometo que voy a organizar un mes de vacaciones y haremos todo lo que tú quieras- ofrece sonriente, encontrándose con esas orbes achocolatadas que le miran con un brillo emocionado.

Sus labios no escatiman en acercarse lo suficiente como para compartir una fugaz caricia.

-Yoochun-ah...- el nombre escapa dulcemente de esa boquita rosada que al mencionado tanto le gusta, mientras las manos del menor se cierran tras la nuca de su novio, atrayéndole para compartir el dulzor de sus labios una vez más.

Un par de sonrisas traviesas se curvan entre besos cortos cuando el pelinegro desliza sus manos, atreviéndose a toquetear sobre los shorts la suavidad de los firmes glúteos de su novio.

-Te amo baby- susurra contra la boca ajena, recibiendo risitas avergonzadas a cambio y un Junsu sumamente feliz que en cuestión de segundos ha terminado a horcajadas sobre su cuerpo, besándole con renovada emoción.

-Y yo a ti Chunnie~- corresponde sin llegar a apartarse, procurando mantener sus bocas pegadas en un intimo contacto que poco a poco se vuelve mas húmedo y apasionado.

Los finos labios de Junsu se pegan y despegan a sus iguales en caricias desesperadas que crean un chasquido cada vez decide besarle más profundo; el pelinegro se deja hacer mientras participa correspondiendo cada uno de los ósculos recibidos, le fascina cuando es el castaño quien busca mas contacto, le encanta tenerlo sobre su cuerpo, sentir como sus muslos se acomodan a los lados de su cadera y su prominente retaguardia descansa sentada sobre su bajo vientre. Le gusta ese roce incesante que comienzan a ejercer sus caderas involuntariamente y ese cosquilleo en el estomago que se canaliza en ligeras corrientes eléctricas por todo su cuerpo.

La ávida lengua del menor ha buscado refugio en la boca contraria, se ha encontrado con su igual y una batalla se ha librado entre ambas. Los músculos húmedos resbalan, chocan, se empujan el uno contra el otro y ligeros jadeos que brotan de sus gargantas mueren en la boca ajena.

Una ligera brisa mece sus ya desordenados cabellos, haciéndoles recordar que están a pleno aire libre.

-¿Crees... Que alguien llegue a vernos?- pregunta el castaño en un murmullo, irguiéndose para inspeccionar los alrededores con la mirada. Mar por aquí, mar por allá y ese ligero movimiento del yate que les asegura que la marea anda tranquila.

-Estamos lejos de la ciudad, nadie nos va a ver~- insiste alzándose lo suficiente para dirigir nuevos besos hacia ese cuello que se descubre frente a sus ojos.

-Me da nosequé...- balbucea sintiendo como se le enciende el rostro a medida que las manos sinuosas del mayor suben bajo su camiseta y delinean cada curva de su cuerpo.

-Lo sé~- ríe divertido sin apartar su boca del níveo cuello, dejando lamidas y chupetones que arrancan apenas audibles jadeos en el menor -¿Puedo dejarte marca?- pregunta mientras mordisquea cariñosamente el huesillo de la clavícula.

-¿Desde cuándo me pides permiso?- se burla ahogando un jadeo alterado cuando las yemas de los dedos del pelinegro rozan más arriba de sus costillas, acercándose peligrosamente a esos montecitos de piel hipersensible que sabe no le dejaran callar esos ruidos indecorosos que amenazan con escapar de su garganta.

-... ¿No puedo?- el aliento del mayor se aleja del castaño, haciéndole bajar la mirada sorprendido para encontrarse con el rostro pucheroso de su pelinegro novio.

-Nnh~ ¡Chun! No te hagas el niño bueno... Si puedes- le reprocha hablando de corrido con la vergüenza plasmada en las mejillas, mordiéndose los labios para detener ese gemido agudo que soltó desprevenido cuando los labios gruesos de Yoochun succionaron una porción de piel en su cuello, dejándole lamidas encima para aliviar ese ligero escozor que le provocó el chupetón.

-¿Por qué haces eso?- pregunta apenas alza la mirada, topándose con esa boca remordida hacia adentro, dejándole un beso encima para hacer que el menor relaje la expresión -Quiero escucharte- pide repitiendo la acción un par de veces más, siendo detenido abruptamente por esa adorable vocecita chillona que se alza por sobre el murmullo de la marea.

-¿¡Quieres que toda la costa se entere que vamos a hacer el amor a la intemperie!?- abochornado hasta las orejas, el castaño apenas fue consciente del momento en que ambos invirtieron posiciones, la cara de su novio extremadamente cerca a la suya, observándole con el ceño ligeramente fruncido… en esa particular manera que sabe reconocer como ‘celos’.

-¿Podrías pensar solo en mi ahora? ¡Nadie va a vernos!-

¡Pero claro que eran celos! El tan solo hecho de pensar que Junsu estaba más al pendiente de otras personas en vez del hermoso momento que están compartiendo es simplemente increíble.

-¡¡Es que no soy un impúdico como tú!!-

-Junsu, ¿no te gusta esto? ¿No te parece romántico?- cuestiona mirándole detenidamente, dejando un piquito en los rosados labios por el mero hecho de que no puede contener el impulso al verlos, recibiendo a cambio un sonrojo mucho más notorio -…Hacer el amor bajo las estrellas…-

El castaño rompe el contacto visual por unos instantes, volviendo a mirarle mientras lleva sus manos tras la nuca, jalándole lo suficiente como para rozar sus narices cariñosamente.

-…Babo… eres un cursi- el menor sonrió lindamente.

Y eso bastó para retomar los besos cargados de pasión, acompañados de mil y un caricias que incentivaban el revoloteo de varias mariposas en ambos estómagos.

-Mmmhg~ ¡Yoochun!- Junsu fue el primero en soltar un verdadero gemido excitado, una de las manos de su novio había subido desde su muslo por debajo de los shorts hasta tantear la tersa piel de la ingle con sus dedos.

Park se regodeaba con cada facción cruzada de placer que surcaba el ruborizado rostro del castaño, le fascinaba poder provocar cada uno de esos gestos y le enamoraba otro poco que el menor lograra provocarlos en él. Dejó un camino de besos húmedos desde el ombligo hasta el pecho, sujetándole la camiseta mientras su lengua se asoma para degustar esos provocativos pezones que se le antojan desde que los vio horas antes.

Las manos de Junsu estaban aferradas a la espalda del pelinegro, arrugando la tela bajo sus palmas, sin detenerse cuando decide jalarla a tirones para quitarla del torso ajeno y poder tocarle la piel sin ningún estorbo de por medio.

Varias sonrisas se dibujaron en los labios del menor luego de oírle refunfuñar por ser el primero sin camiseta, dejando que su novio le despoje de la misma prenda para quedar en iguales condiciones.

-Te empeñas demasiado en ahh~ atender mi pecho…- balbucea con una suave risita, enredando sus dedos en los mechones pelinegros, tirando despacio de ellos inconscientemente cada vez que el mayor le provoca un espasmo con sus atenciones.

-‘Cause I love your nipples- apenas responde con una sonrisa lasciva, dejando un último beso sobre cada uno de esos montecitos erguidos que se ha esforzado en ‘devorar’ cual manjar traído del cielo – ¿Quieres que le de mi atención a otros lugares?- cuestiona volviendo a la boca de su castaño novio, osando robarle un nuevo beso francés que solo consiguió dejarles más acalorados.

Junsu asiente en silencio, con un prominente sonrojo que se expande por su rostro a medida que una de las manos del mayor juguetea en el borde de sus shorts, jalándolo junto con el bóxer apenas lo suficiente para tocar nuevas porciones de piel lechosa sobre y a los lados de su bajo vientre. El menor Kim intenta emular la acción, logrando bajarle los shorts al pelinegro, dejándole los bóxers aún bien puestos.

-Baby, te estás esmerando en dejarme desnudo antes que tú el día de hoy- reclama, incluso un tanto divertido por la situación, besando esos frustrados pucheros que se forman en los labios ajenos antes de terminar de quitarse los shorts para dejarlos junto a sus camisetas.

-Al final vas a terminar arrancándome lo que me queda de ropa y seré yo quien quede desvestido primero- se queja en un adorable berrinche, permitiendo que Yoochun le atraiga entre sus brazos para ambos sentarse frente a frente.

-¿Y si nos lo quitamos todo de una vez?- ofrece antes de ponerse de pie para despojarse de su propia ropa interior y arrimarla junto con las demás prendas – ¿Ves? Yo fui el primero…-

-¡Cómo haces esas cosas tan quitado de la pena!- chilla con la voz ahogada y las mejillas coloradas, parándose también, apresurándose en quitarse lo que le resta de ropa –Es tan vergonzoso…- murmura mordiéndose el labio inferior, abrazándose al pecho de su novio, sintiendo esas amplias manos que se pasean por su columna y le acarician sinuosamente la piel.

Un viento fresco golpea suavemente sus cuerpos pegados, sus bocas están fusionadas en un beso un tanto más tranquilo, el cosquilleo en sus vientres se hace cada vez más provocador con cada roce casual entre sus entrepiernas semi despiertas. La respiración laboriosa y esa humedad que tintura su beso en pasión y deseo; corrientes eléctricas recorriendo en ligeros temblores cada fibra de sus anatomías, apoderándose de sus sentidos, haciéndoles perder otro poco la cordura.

Ambas manos del pelinegro se acomodan sobre el trasero del castaño, atrayéndole más cerca a su cuerpo, presionándole contra su pelvis.

-¡Nnmhg~!- un gemido alterado escapa de ambas gargantas y muere en medio de sus labios acoplados a la perfección, la erección del mayor se fricciona contra su igual; están en las mismas condiciones, hinchados, calientes, ansiosos por recibir atención.

Los carnosos labios del mayor descienden hacia el cuello, dejando besos sobre la línea de la mandíbula antes de bajar hasta volver a marcar ese chupetón que le dejó varios minutos más temprano; el camino no termina, las caricias resbalan hasta pasar en medio del pecho con dirección obvia a ese lugar muy al sur del cuerpo ajeno. Las rodillas de Yoochun tocan el suelo y su boca se entretiene en esa línea de vellitos cortos y sexys que le indican que está a pocos centímetros de llegar a su destino.

-¡Yoochun! No, no~ ¡No voy a poder mantenerme de pie! ¡Aaahh!~~- advierte alterado antes de soltar un gemido largo y agudo por culpa de ese músculo húmedo y rugoso que ha dejado una estela de ardiente saliva en su extensión.

El castaño se aferra con ambas manos a los amplios hombros de su novio, su cuerpo se estremece en medio de excitados espasmos, se siente morir de placer por culpa de esa gruesa boca que le prueba incesantemente.

-¡¡Mmmhg!! Aaahh~ ¡Chuuun! Por favor ya no… mmhg~- suplica entre jadeos y gimoteos abnegados en deleite; las piernas le tiemblan como gelatina y, a pesar de tener los sentidos nublados, teme caer presa del placer.

Yoochun engulle el falo de su novio con frenesí, le ponen a tono esos ruidos indecorosos que escapan de su rosada boca y aumenta la intensidad de sus movimientos únicamente para oírle gemir más fuerte. Su lengua se enreda en la hinchada punta de la erección, chupa con sus labios y se aventura a succionar allí mismo, logrando arrancar un grito ahogado en el menor.

-Deja ¡nnnhg! …deja que me siente por… ahh~ por favor…- balbucea habiéndose aferrado con dedos y uñas a la piel de su novio. Poco le importaba arañarle, cortarle o dejarle marca, tampoco tiene cabeza para ello en ese preciso instante. Casi no notó cuando el pelinegro le ayudó a recostarse nuevamente en la proa del yate, para cuando fue consciente de la nueva pose, Yoochun ya le había separado las piernas y uno de los dedos de pianista se abría paso en su estrecha intimidad.

Pero el castaño no quiere ser el único en recibir ese tipo de atenciones, en medio de todo el sofoco de calor y excitación, aún es consciente de que su novio solo está haciéndole mimos a él y quizás la incomodidad le esté fastidiando allí abajo…

Junsu apartó la mano del pelinegro de su interior, encontrándose con esos ojos ónix que le observa confundido; le atrae del rostro, buscando topar sus labios en un beso mientras invierten posiciones y Yoochun se recuesta de espaldas al suelo. La palma de la mano del menor desciende hasta rozarse en la erguida entrepierna, rodeándola con los dedos para masajearla suavemente, recibiendo en su boca esos jadeos graves que el pelinegro deja escapar.

-Date vuelta…- murmura ronco contra la boca del menor, aún compartiendo el aliento y dejándose besar repetidas veces más –Quiero prepararte baby, date vuelta- repite alcanzándole uno de los muslos, jalándole para atraer su cadera y tenerle más al alcance.

Si Junsu no tuviera ya el rostro colorado, puede jurar que se hubiera arrebolado en carmín en menos de un parpadeo; particularmente el ‘69’ siempre le ha resultado una pose en extremo vergonzosa, y las contadas veces que han terminado practicándola han sido demasiado bochornosas. Aunque acepta que se siente flotar en una nube a pesar de toda la vergüenza que se le pueda arremolinar en el cuerpo.

Suaves embestidas por parte de ese par de dígitos mojados que se pierden dentro y fuera del contraído anillo, lamidas repartidas a lo largo y ancho de ambos falos por parte de las respectivas bocas de los protagonistas de esa noche de pasión.

Jadeos y gemidos compartidos, respiraciones alteradas y corazones que van a mil por hora, acompañados de suspiros enamorados y besos esporádicos que les recuerdan que el amor es lo que los llevó hasta allí.

-¡Mnnhg!~ Ah~ ¡Yoochunnie!- un fugaz espasmo le recorre desde la columna hasta la pelvis en el preciso instante en el que son esta vez 3 los dedos que se frotan contra su zona más sensible –Te quiero ya~- jadea sin haber dejado de bombear la entrepierna de su novio, apenas girando el rostro para buscar los ojos del mayor con la mirada.

Para ese momento, los cambios de poses pasaban completamente desapercibidas, los brazos de Junsu se cerraron alrededor del cuello del pelinegro, sintiendo el contraste de temperatura en su espalda cuando es recostado una vez más; sus piernas se enroscan en la cintura y apenas advierte cuando Yoochun le alza una de ellas por sobre su hombro, mientras su hombría se perfila en la aún estrecha intimidad.

-Oh baby~ ¡¡Nnhg!! ¡So tight!- gime entrecortado, intentando regular la respiración para soportar esa presión casi dolorosa sobre su hinchadísimo falo. Se entierra despacio en el cuerpo febril de su castaño novio, le siente estremecerse bajo su cuerpo y se distrae mirando esas gotas de sudor que resbalan sobre las curvas de su anatomía.

-Muévete~ ¡Mmmh!- pide en un murmullo cerca al oído ajeno, siente como Yoochun le besa el cuello mientras su pelvis inicia un cadencioso vaivén que le eriza hasta el último vellito sobre la piel. El mayor se presiona contra esos suaves glúteos, se tarda a propósito en salir de la caliente y angosta cavidad, se siente delicioso perderse allí dentro, llegar profundo y tocar ese punto que hace delirar en gozo a su novio; le encanta ese efecto de succión que se produce cada vez que Junsu se estremece y contrae su intimidad, le encantan esos gimoteos colmados de deseo y placer que le suplican por más hasta llegar al borde de la locura.

La velocidad de sus caderas aumenta, un chasquido comienza a resonar con cada choque de pelvis y se une en coro a la melodía que componen sus voces alteradas en medio de aquel frenesí.

-¡¡Fuerte!! Ahhh~ Más fuer…- la boca del pelinegro le calla con un beso hambriento y demandante, siente que puede correrse cada vez que la voz excitada del menor llega a sus oídos, y aún así, obedece cual niño bueno esas peticiones indecentes que le fascina oír salir de sus labios. Arremete con vigor en la delgada anatomía, las corrientes placenteras que le surcan el cuerpo no le permite tener piedad en sus acciones. Siente como los músculos se contraen, tanto los propios como los de su novio que cada vez se aferra con mayor fuerza a él.

Pierden el mundo de foco, se olvidan completamente de la marea que mece el yate, del viento frío que choca en sus cuerpos, de las estrellas que adornan el cielo y a la vez son testigos de su acto de amor irrevocable. Es como si sus memorias se borraran por un instante y solo quedara impregnado en ellas ese sentimiento que tienen hacia su pareja, su otra mitad, su vida y su todo.

Los gemidos de Junsu se agudizan mientras arquea la espalda, los de Yoochun se agravan y el vaivén de su pelvis acelera con desenfreno; pueden jurar que hay fuegos artificiales reventando en sus vientres bajos y el cielo está listo para recibirles gustoso de que lo hayan alcanzado.

-¡¡Aaah!! Nnnhhg~~- gimen entre jadeos agitados y el orgasmo les ataca en un imprevisto, llevándoles a la cúspide del clímax, obligándoles a liberarse ensuciando el cuerpo del otro. El castaño puede jurar que nunca antes había llegado a sentir tan bien cómo el tibio semen de su novio le llenaba por completo, y gracias a aquello, su rostro había terminado colorado como un semáforo en rojo nuevamente.

El estupor del momento no le permitió al pelinegro notar que se mancharía el torso si se recostaba sobre el menor, ya que la esencia de este había terminado salpicada sobre su propio vientre, pero aún así, realmente poco le importaría. La prioridad ahora era volver los ‘pies a la tierra’ y recuperar todo el oxigeno perdido, además de intentar calmar un poco esos latidos arrítmicos que tamborilean contra sus pechos.

-¿Te gustó?- la pregunta que hace el pelinegro entre risas solo consigue abochornar otro poco al menor Kim.

-¿¡Qué clase de pregunta es esa!?- respinga azorado hasta las orejas, dejando un golpecito en el brazo de su novio.

-Pero que violento, luego te quejas que voy dándote nalgadas y tu eres igual conmigo~-

-No voy a discutir eso, es diferente que yo te golpee a que me nalguees- puchea, frunciendo otro poco el ceño cuando el mayor abandona su interior, jadeando apenas cuando siente como la semilla de su novio resbala entre sus piernas.

-Entonces respóndeme, ¿te gustó?- insiste besando esos labios que se fruncen en una trompita, embelesándose otra vez con ese rubor que le sube a las mejillas.

-Tengo frío~ Vamos adentro, ¿si?- pide abrazándose al pecho de su novio.

-¿¡Por qué evades el tema!?-

-… Porque es vergon-

-¡Pues me gusta avergonzarte!- le interrumpe al instante, volviendo a acomodarse sobre su cuerpo, acercando peligrosamente sus rostros -Ahora, respóndeme o te violo aquí de nuevo- ‘amenaza’ con una sonrisa ladina y varios besos cortos dejados sobre todo el rostro encendido del castaño, obteniendo millones de nuevos morritos y golpecitos suaves en el pecho antes de ser atraído por las manos del menor en un beso un tanto más largo y necesitado.

-¡Si, si, si! Me gustó, me encantó, me fascino y si vas a violarme, por favor que sea adentro que muero de frio- sonríe sutilmente y acaricia con sus pulgares los marcados pómulos de su Yoochunnie.

Y el pelinegro no puede evitarlo, se desvive por ese chico de cabellos castaños y sonrisa cristalina que le responde cada uno de sus caprichos con un adorable sonrojo en las mejillas.

-Te amo precioso- declara con algarabía, lanzándose directo a besarle los finos labios, dejándole impregnado todo el sabor del amor, la pasión y la adoración que le tiene.

-Mmh~ Babo…- murmura entre sonrisas contra la gruesa boca, correspondiendo cada una de las caricias que le son dejadas con fervor.

-Voy a hacerte el amor varias veces antes de dormir- le susurra al oído antes de besarle por última vez, poniéndose de pie rápidamente cuando una nueva corriente de viento frío llega hasta el yate, erizándoles la piel.

Se apresuran en recoger la ropa tirada y, habiéndola dejado en un lugar más seguro, bajan entre besos a la cabina interior donde está la habitación y esa cama de dos plazas que les acoge apenas caen sobre ella, listos para convertirla en su siguiente lecho de amor.

*FIN*

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