(FIC) ESTOCOLMO *Capítulo 6*

Actualización! ♥
Queremos agradecerles por el apoyo que siguen dándonos en este proyecto; por sus hermosos comentarios, que nos sacan las más sinceras sonrisas :) y muchas gracias sobre todo por su paciencia♥
Bueno~ sin más preámbulos, el capítulo 6 ♥



Capítulo 6:


Los dos millones de dólares fueron depositados en una cuenta especial, manejada exclusiva y únicamente por el doctor que desde hace años se encarga de su hermano. El dinero sirvió para pagar las deudas acumuladas y las cuentas de los medicamentos que pedían traer del extranjero cada mes.

Yoohwan fue transferido a un hospital en Estados Unidos para poder ser operado y aunque la decisión fue difícil de tomar, escogió encomendarle la salud del menor al doctor y dejar que ambos viajen a Norteamérica.

El día de la cirugía le fue imposible comunicarse con el doctor. Tuvo que esperar al medio día siguiente, cuando recibió por fin la llamada que le quitaría la angustia constante que trae en el pecho.

-Todo salió a la perfección- informa la voz gruesa del hombre mayor y el pelinegro no puede evitar aquel suspiro aliviado que a la vez hace temblar su cuerpo y le obliga a sentarse en el borde de la cama –Aún no está consciente, pero esto es normal. Sus signos vitales están en perfectas condiciones y se encuentra en vías de recuperarse-

-Me… me alegra mucho oír eso- murmura con sinceridad y una sonrisa dibujada en los labios.

Es la primera vez en largos y dolorosos años que se siente así, emocionado, aliviado, con unas ganas increíbles de llorar de alegría hasta que toda la preocupación contenida haya abandonado su cuerpo.

Y no lo impide; agradece nuevamente al doctor y, cuando la llamada termina, las lágrimas resbalan irrefrenables sobre el contorno de sus mejillas.

***

Han pasado casi dos semanas desde la operación de su hermano; sabe que está consciente y su organismo responde favorablemente a la intervención y al tratamiento posterior.

-Hyung… ven por favor- pide el menor y Yoochun siente como se le encoje el corazón al oír su voz aún débil, pero mucho mejor a como le ha oído antes.

-No puedo prometerte nada Yoohwan…- larga un suspiro, empuñando la mano libre, decepcionado de sí mismo al no poder darle ni siquiera una respuesta concreta a su hermano.

-… ¿Por qué?- la voz entristecida le pregunta al otro lado de la línea.

-Todo el dinero que tengo está depositado en una cuenta a la que no puedo acceder, ya que es únicamente para tus gastos médicos. No tengo lo suficiente para un pasaje…- explica detenidamente, cruzando el brazo sobre sus ojos para impedir que la luz que se cuela por la ventana le siga fastidiando la vista.

-Te extraño Hyung, estoy muy solo aquí… no entiendo nada cuando otras personas me hablan, me siento raro y perdido-

Le afecta escuchar aquello de labios de su hermano menor, aquella personita por la que jamás dejaría de luchar y a quien nunca abandonaría, ni en los peores momentos.

-Está bien- acepta con una ligera sonrisa -no te aseguro que pueda ir esta semana o la próxima, pero voy a conseguir el dinero necesario para viajar… y regresaremos juntos cuando estés mejor, ¿si?- ofrece y casi puede oír una risa quedita al otro lado de la línea

La conversación no dura mucho más, una despedida larga y un ‘hablamos mañana’ que se ha vuelto costumbre.

Dinero… la palabra retumba en su cabeza y odia aquello. Odia que todo lo que necesita dependa del asqueroso dinero. Y en vez de dejar pasar aquellos pensamientos que le rondan, decide entretenerse un rato recordando su acto delictivo de hace algunas semanas.

-Debo dejar de pensar en eso…- balbucea en voz alta, cubriéndose el rostro con ambas manos –Debo dejar de pensar en él- gruñe fastidiado y se revuelve los cabellos azabaches con desespero.

Sabe que tiene que quitárselo de la cabeza… aunque ya se haya acostumbrado a recordarle diariamente.

~~~~~~

Los tenues rayos de luz que se colaban por las cortinas entre abiertas, el silencio del atardecer y el cielo matizado en hermosos tonos naranjas eran el marco perfecto para esas apasionadas caricias y para esos besos que poco a poco iban aumentando de intensidad.

Era la primera vez desde el rapto que Janko tocaba tan íntimamente a su novio, sabía que Junsu había pasado por momentos sumamente difíciles y traumáticos, que no era lo más apropiado intimar tan pronto; estaba consciente de todas las posibilidades de ser rechazado y de incluso tener que darle un mayor espacio dejándolo de visitar si así se lo pedía, pero todas esas ideas sobreprotectoras para con el pelirrojo se fueron a la basura cuando entre tiernos besos mientras veían una película, fue el menor quién se puso a horcajadas sobre él incitándolo a seguir, a demostrarle cuánto lo había extrañado, a amarlo.

Ambos cuerpos yacían sobre la cama, el menor tenía la espalda contra las sábanas blancas y el castaño, entre sus piernas, encontraba la postura perfecta para devorar el níveo cuello que gustoso se le entregaba.

-Mmmhh... Cariño, no dudes en decirme si quieres que me detenga- pronunció el mayor entre suspiros sabiendo que eso podría pasar en cualquier momento.

-Shhh~ solo ámame, no pensemos en nada más... Eres tú Janko, todo está bien porque eres tú- y así el castaño es callado por esos rosados labios que casi suplicantes le piden que lo tomen, que sean sus iguales los que marquen la delicada piel de su cuello, que recorran su cuerpo y rememoren las tantas veces que se han amado en ese mismo lugar.

-Amor, no quiero apresurar las cosas y puede que est...- es súbitamente interrumpido por el pelirrojo quien tiene enmarcado entre sus manos el rostro ajeno.

-Estoy bien, aquí no ha cambiado nada, solo somos tu y yo amándonos Janko... por favor no me rechaces- las hermosas orbes avellanas se inundan no solo de lágrimas, sino también de miedo e incertidumbre.

-Oh no, no precioso, no llores...- se apresura en detener con el pulgar una gotita salada que escapa fugitiva y llega hasta el contorno de la sonrosada mejilla del pelirrojo –No te estoy rechazando, jamás lo haría, amor- corrige y sus labios vuelven a dejar besos cortos sobre los ajenos –Es solo que aún estoy un poco preocupado- confiesa contra la boca del menor, acariciándole el cabello con una de sus manos, desordenando los mechones que le caen sobre la frente.

-¿Qué es lo que tanto te preocupa? ¡Estoy bien! Eres tú quien aún se aferra a lo sucedido, tienes que dejarlo ir... hazlo por mí, si sigues mencionándolo no podré olvidarlo. Quiero continuar Janko, po-por favor...- guía las manos del mayor hacia sus caderas para luego dirigir las suyas hasta el borde del pantalón de su novio y empezar a desabrocharlo.

Mientras Junsu se entretiene en deshacerse del cinturón, el botón y el zipper de su pantalón, las manos del mayor se cuelan sinuosas bajo la fastidiosa tela de la camiseta, palpando cuanta piel tiene al alcance, ganando jadeos de parte del pelirrojo; quién sigue buscando sus labios para ahogar los sonidos que escapan de su garganta entre besos.

-Lo siento…- se disculpa en voz baja cuando sus labios se separan –Ya lo olvidé todo, lo juro- sonríe contra la nívea piel del cuello y le besa despacio allí mismo, jugando aún con sus manos a delinear cada recoveco que puede alcanzar y trazar con sus dedos.

-Demuéstramelo. Quiero sentirme tuyo de nuevo, hazme el amor...- deseoso el menor se apresura por desnudar a su novio, ha conseguido bajarle el pantalón y ahora masajea por encima de la tela la entrepierna del castaño con ansias arrancándole suspiros largos y uno que otro gruñido -Extrañaba tus suspiros... Janko te necesito tanto- invierte posiciones en un rápido movimiento y ahora se dedica a frotar descaradamente sus caderas, quiere que el mayor sepa lo excitado que está para que cualquier atisbo de miedo por tomarlo se pierda.

La acción del pelirrojo toma por sorpresa al mayor quien solo se dedica a sujetarlo de las piernas siguiendo su ritmo.

El menor está deseoso y siente que su cuerpo ya no podría aumentar de temperatura. La ropa le estorba, quiere sentirse piel a piel con su novio, su camiseta ha salido volando para perderse en algún lugar de la habitación y necesita descubrir también el cuerpo que tiene atrapado entre sus piernas.

Aquella posición no dura mucho; Janko se apresura en invertirla y bajar un poco la intensidad de las acciones del menor, acariciando despacio la piel expuesta de su torso con ambas manos, dejándole besos cariñosos sobre los hombros y la clavícula.

Se aparta unos instantes para deshacerse de su propia camiseta y vuelve a su labor de cubrir con besos cada porción de la anatomía de su novio. Le oye jadear quedito e incluso algo desesperado.

-También te necesito- habla con los labios pegados a la altura del vientre del menor, mientras sus dedos se encargan de desabrocharle los pantalones con parsimonia antes de quitárselos despacio, delineando sus torneadas piernas con las manos en aquella acción.

-Mmmhhh~- suspira largo el pelirrojo y con sus manos guía a su novio a recuperar la posición inicial -Me encantas...- pronuncia al mismo tiempo que enrosca sus piernas al rededor de la cintura ajena -Quiero sentirte, por favor...- y lleva tres de los dedos del castaño a su boca intentando ser más específico.

-Deja que yo me encargue, precioso- indica e intercambia su mano por sus labios, besándole con calma nuevamente mientras sus dedos continúan explorando los lugares que recién se acaban de descubrir.

Entre susurros cariñosos Janko prepara pacientemente al pelirrojo, quiere volverse uno con su novio de aquella manera tan sublime como recuerda que siempre ha sido. Y se esmera por dejarle infinito amor en cada beso, en cada toque de sus manos, en cada palabra que escapa de su boca. Va lento y tranquilo; quizás demasiado para el gusto de Junsu.

El pelirrojo siente su piel arder, quiere más contacto, ¡necesita más contacto! Pero aquella manera tan dulce en que le trata el castaño puede con él, no quiere decirle nada al respecto; por más que se sienta demasiado insatisfecho cuando sus cuerpos se unen por fin y aquel vaivén tortuosamente lento no le emocione lo suficiente.

-Mmmh, Junsu…- la voz gruesa del mayor choca contra los labios rosados del pelirrojo –Te amo- murmura con una media sonrisa, continuando con aquel tranquilo roce de caderas que le está arrastrando lentamente al éxtasis.

-Más, ahhhh~ ¡más por favor!- no puede consigo mismo e insiste un poco desesperado intentando aumentar la velocidad de su cadera contra la pelvis del castaño.

Las veces que han hecho el amor han sido así, Janko tomándolo con infinita ternura y Junsu recibiéndolo siempre gustoso, porque le es suficiente con saber que es su novio, no importa de la manera que sea.

Pero las cosas han cambiado. La ternura se vuelve aburrida cuando su cuerpo febril le pide fuerza y velocidad, cuando los castos besos no están ni cerca de apagar su fuego y cuando los "te amo" no apaciguan su pasión.

Las vibraciones eléctricas recorren el cuerpo del castaño, sabe que está cerca al inminente final y decide acelerar tan solo un poco sus cadenciosas embestidas. Los jadeos ahogados que Junsu deja escapar le excitan otro poco y solo bastan unos cuantos minutos más para tocar el cielo con los dedos y caer agotado sobre el cuerpo del pelirrojo, intentando con todas sus fuerzas volver a llenar sus pulmones de oxigeno.

Ha terminado. Es el mismo lugar, el mismo cuerpo, la misma sensación...pero su corazón ya no es el mismo.

Junsu no puede explicarse por qué no lo invade el mismo sentimiento al hacer el amor con su novio.

¿Cuándo empezó a desear que la delicadez fuera reemplazada por rudeza y los besos por mordiscos? No lo sabe, solo sabe que desea volver a sentir esos labios que queman su piel, quiere volver a ser sujetado con fuerza, quiere volver a sentir que pierde de foco el mundo con un solo beso... aunque le asusta, quiere volver a sentirse preso.

~~~~~~

Su dedo movió nuevamente la ruedita del mouse, desplazándose en aquella base de datos en la que no ha tardado más que unos pocos minutos para entrar sin dejar rastro alguno.

A veces le convenía la tecnología de hoy en día, a pesar de seguir siendo reacio a la sociedad y sus avances diarios.

Los ojos ónix se detuvieron entonces en un apellido y un nombre femenino. Señora mayor, 56 años, dueña de una cadena de joyerías afamada en toda la capital surcoreana. Envió el nombre rápidamente a un contacto –que le debía algunos favores- y a los pocos instantes un mensaje entrante, con datos muy detallados, se abrió en el monitor.

-Banco central, ingresos en efectivo los días 30 de cada mes entre las 2 y 3 de la tarde… Depósitos entre mil y tres mil dólares dependiendo de las temporadas de venta…- leyó para sí en apenas un murmullo casi inaudible, acomodando una de sus manos bajo su mentón.

Observó el calendario que figura en la esquina de la pantalla y una sonrisa se curvó en sus labios gruesos.

-Dentro de dos días~- canturreó alegremente –Parece que tengo la suerte de mi lado- habló mientras guardaba todos los nuevos archivos en ese USB lleno de información confidencial, antes de abandonar el cubículo de aquella cabina de internet.

Sin dejar siquiera una señal de que aquella computadora fuera usada en largo rato.

***

El centro de la ciudad le resultaba caótico.

Era un suplicio tener que aguantar los sonidos estridentes de las tiendas, el barullo de la gente hablando, las bocinas de los autos, los chillidos de los niños y absolutamente cada sonido artificial que lograba martillar sus oídos acostumbrados a la naturaleza.

Había tenido que camuflarse para no parecer un desubicado en medio de la alta sociedad; la pulcra camisa blanca hacía contraste con los pantalones oscuros, ni tan formal, ni tan informal. Se había llegado a percatar de algunas miradas femeninas posarse sobre su persona, pero sencillamente no tiene tiempo y, menos, ganas de ponerse a coquetear por allí; especialmente cuando de su cabeza no sale el recuerdo de que su vida emocional siempre ha sido una desgracia.

Se apoya despreocupadamente en una pared al lado de unas cuantas tiendas, con las manos en los bolsillos y el cabello ondulado cayendo rebelde y casual. Lo más normal posible.

Achica la mirada, comenzando a buscar las facciones de aquella mujer que vio en fotos y sabe va a pasar precisamente por aquella calle, ya que es el camino directo desde la joyería principal hasta el banco central. Observa su reloj de muñeca y sabe que va a tener que esperar unos minutos más.

Pero cuando alza la mirada nuevamente, sus ojos enfocan una mata de cabellos pelirrojos que casi destellan con la luz del día…

-Junsu…- el nombre escapa de su boca sin haberlo pensado, y sus piernas se mueven por mero instinto intentando seguir a quien cree que acaba de ver. El menor se interna rápidamente en un edificio de puertas giratorias y el pelinegro no escatima en seguirle de cerca.

Solo logra ver de espaldas al muchacho, pero está cien por ciento seguro de que es aquel que fue su rehén; ¿cómo podría olvidar el color de sus cabellos o el contorno de su figura? Y ni hablar de esa retaguardia que le delata con solo verle a varios metros de distancia…

Yoochun reacciona sus actos cuando sus ojos se topan con las letras que decoran el mostrador de aquel lobby al que ha ingresado siguiendo al pelirrojo.

‘Hotel Jewel’

Se lee claramente y todo encaja en su cerebro aún nublado por el estupor del momento.

¿¡Pero qué diablos está haciendo!?

Retrocede unos cuantos pasos y vuelve la mirada a su reloj; suelta una maldición entre dientes y vuelve a distraerse en esa figura que se pierde tras la puerta del ascensor principal, le observa y graba la imagen a fuego en su memoria, antes de dar media vuelta justo cuando las puertas metálicas terminan de cerrarse.

Debe mantenerse al margen del plan y sacar al pelirrojo de su cabeza de una buena vez…

~~~~~~

La mañana había transcurrido tranquila, una ducha rápida, un desayuno ligero y ya estaba listo para averiguar qué tanto se había atrasado en clases. Sabía que sería difícil lidiar con los curiosos de la universidad y que las chicas no pararían de acosarlo para saber lo del "accidente" que había sufrido, y es que así prefirió llamarlo la familia Kim, creían que hablar de secuestro solo agitaría más las aguas y tentaría a algún otro osado malhechor.

Junsu estaba vestido casualmente: pantalones claros, camiseta blanca cuello V ceñida, tenis negros y chaqueta de cuero. Se veía radiante, su rostro volvía a tener ese brillo cautivador que lo caracteriza y sus hermosos ojos avellana irradiaban ternura.

Estaba terminando de acomodar su reloj en la muñeca cuando fue sorprendido por un juguetón Janko que por la espalda lo tomaba por sorpresa levantándolo de la cintura para luego plantar un casto beso en su mejilla.

-¿Tan temprano por acá? -preguntó divertido el menor

-No sabía que tenía un horario para ver a mi prometido...- le respondió el castaño fingiendo molestia

-Sabes que bromeo amor -Giró su cuerpo para encarar al mayor y tomar sus labios delicadamente

-También yo...-respondió entre besos y sonrisas -Precioso se que ya tenias planes para hoy pero...van a haber algunos cambios -El más alto intentó concentrar toda su ternura en una mirada, sabe que convencer a Junsu es difícil, y más aún cuando ya ha tomado decisiones

-Oh no Janko...ni lo...-

-No hay peros Su -hace acto de presencia un joven de cabellos chocolate unos centímetros más alto que él.

-Ay no...- el pelirrojo lleva una mano a su rostro y sabe que está vencido, si él es terco... ¡su gemelo es la terquedad hecha hombre!

-No dramatices. Janko y yo creemos que sería bueno que estos días me acompañes al hotel a revisar unos papeles, papá y mamá están de acuerdo con que te encargues de la sede en Jeju, todos creemos que sería bueno que ocupes al máximo tú tiempo.

-Están locos... ¿qué es esto? ¡¿Una conspiración?! -el menor no obtuvo respuesta, solo un par de sonrisas cómplices -no tengo opción, ¿cierto?... ¿qué voy a hacer con ustedes? -suspiro derrotado

-Vamos cariño, te divertirás -animó Janko

-No lo dudes, de eso me encargaré -sentenció Junho jalando a un pucheroso Junsu que solo atinó a despedirse de su novio con un torpe beso.

***

El cielo despejado parecía también ser cómplice ese día, al parecer a Junsu solo le quedaba disfrutar y disipar su mente, tratar de llenar todos sus pensamientos de momentos agradables y dejar que el pasar de los días se lleve los malos recuerdos.

Los hermanos bajaron del lujoso Mercedes y fueron recibidos por el gerente. Como era de esperarse la solo presencia de los Kim causaba alboroto en todos los presentes, jovencitas, señoras y uno que otro hombre que se veía tentado a mirar detalladamente a los gemelos. Sin duda alguna, su belleza no podía pasar desapercibida.

-Te acostumbrarás -Se adelantó a pronunciar el mayor al ver al pelirrojo un tanto incómodo. Y no es que no llame la atención en la universidad, es solo que desde hace un tiempo las cosas cambiaron y ve con otros ojos el mundo.

-¿A miradas tan desvergonzadas? ¡¡Claro!! Por supuesto...-contestó con sarcasmo.

-No es tan malo

-¿Que prácticamente te desnuden con la mirada o que de no ser por el guardaespaldas más de una mujer me haya querido tocar el trasero?

Y entre pequeñas discusiones ambos gemelos logran pasar entre la multitud de jovencitas enamoradas y curiosos que se habían amontonado a su alrededor.

Los agentes de seguridad les facilitan el camino hacia uno de los ascensores y sin mayor complicación lo abordan. Pero antes de que las puertas de metal se cierren, el menor logra divisar a lo lejos una melena azabache que parece se le ha grabado con fuego en la retina. Es él, no sabe como nombrarlo, se niega a adjetivarlo despectivamente, simplemente no encuentra la palabra adecuada.

-Pa...pa-para- articula débilmente mientras el mayor sigue hablando de todo y nada sin prestarle atención. -¡¡Para!! - Sorprende a su gemelo quién fija su mirada en él y trata de entender qué sucede -¡¡Para esta mierda!! -Totalmente fuera de control Junsu golpea con el puño la puerta del ascensor haciendo reaccionar a su hermano quien inmediatamente presiona el botón de Stop haciendo que se detengan cuando apenas habían subido un piso.

-¡¡¿Qué carajo te sucede Junsu, te volviste loco?!! -Espeta nervioso el de cabellos chocolate, pero al toparse con esos ojos avellana que conoce a la perfección, puede comprenderlo...sea lo que sea debe ayudar a su hermano -Por las escaleras...¡¡date prisa!! - y solo puede animarlo, sabe que luego con más calma se contarán las cosas.

El pelirrojo no lo duda ni un segundo y toma la ruta que le indicó su gemelo, torpemente baja las escaleras empujando a más de uno en su camino. No le importa, ahora solo tiene una cosa en mente, debe encontrar a cierto pelinegro que aún le debe muchas respuestas aunque no sepa del todo si quiere escucharlas o si es una mera excusa para ver esas orbes negras una vez más.

~~~~~~

-¡Mierda!- gruñe entre dientes mientras intenta alcanzar a la mujer con pasos apresurados.

No habían pasado ni dos minutos con aquella distracción pero habían sido suficientes para arruinar el plan en el momento crucial. La señora lleva un bolso grande colgado al hombro, camina a una velocidad prudente, pero aún demasiado rápida para el pelinegro que está varias personas tras de ella.

Tiene que conseguir ese bolso antes de llegar al final de la cuadra y toparse con los policías al otro lado de la calle, custodiando el banco. Decide entonces mandar lejos su faceta de ‘chico normal’ y con unos cuantos empujones logra abrirse paso entre la gente que comienza a voltear a verle por aquella conducta.

Toma impulso y corre al lado de la mujer, jalando el bolso con una de sus manos para arrebatárselo sin problema alguno; el grito femenino resuena entre los murmullos y el pelinegro suelta varias injurias al encontrarse con la mirada furiosa de uno de los policías.

Al parecer no había logrado calcular bien después de todo, pero eso no iba a detenerlo.

***

La adrenalina invadía su cuerpo y ahora que lo recuerda, el azabache se había convertido en sinónimo de ella.

El pelirrojo se abría paso entre la multitud, la tranquilidad con la que todo el mundo parecía ir lo sacaba de quicio. Si todo parecía estar tan calmado, ¿¡por qué aún así no podía divisar al pelinegro!?

Cruzó la pista imprudentemente ganando más de un insulto por parte de los conductores, realmente no le importaba, ahora solo podía hacer caso a la voz que gritaba dentro suyo que encuentre a quien hace algunas semanas fue su captor.

Estaba loco, ya no tenía duda de ello, ¿qué mejor prueba que ir directo hacia la boca del lobo?

Tras unos minutos de presurosa caminata un grito llamó su atención, al parecer una mujer había sido atacada y había alertado a la policía, pero grande fue su sorpresa al percatarse de cierto pelinegro que corría con un bolso bajo el brazo en su dirección.

Era él y estaba huyendo, ¿qué hacer?

No se detuvo a pensarlo. Se abrió paso entre callejones tratando de acortar camino y seguir paralelamente al azabache, esta vez no lo dejaría ir tan fácilmente.

***

Aproximadamente cuatro policías le seguían el paso. Las gotas de sudor se perlaban en su frente y la respiración agitada no le ayudaba en nada a mantener el ritmo.

No había estado dentro de los planes iniciar una persecución; ¡por supuesto que no!

-¡El plan era jodidamente perfecto!- se queja entre gruñidos y se impulsa otro poco para aumentar la velocidad con lo que le resta de fuerza.

Opta por tomas atajos, por doblar en cada esquina con tal de confundir a los hombres que lo persiguen y poder quitárselos de encima.

Siente como las piernas comienzan a temblar producto del esfuerzo físico; lo admite, no está acostumbrado a correr de esa manera y vaya momento para que a sus piernas se les ocurra disminuir la velocidad.

Los pasos detrás de él se oyen cada vez más cercanos; dobla en una esquina e intenta volver a impulsarse, cuando una fuerza que atrapa su brazo lo jala de un instante a otro dentro de un callejón.

-¡¡Te tengo!! -es sorprendido por el pelirrojo que agitado ahora lo tiene acorralado contra la pared -vaya vaya...después de todo eras todo un malandrín -el menor regulariza su respiración mientras el pelinegro trata de oxigenar su cerebro y asimilar la situación -¿No te bastaron dos millones? debes tener muchos gasto... ¡pero vamos! ¿Carteras? -se burla y consigue por fin obtener toda la atención del mayor.

El ceño del pelinegro se frunce profundamente y una expresión mezcla de enojo y rabia se instala en su rostro automáticamente.

-¿¡Pe-pero qué diablos haces!?- espeta furioso y cuando cierra la boca vuelve a oír los pasos y las voces de los policías acercándose.

No tiene ni una milésima de segundo para pensar en lo que hace y jalando al menor de la cintura lo tumba en el suelo detrás de un montón de cajas que hay a un lado de aquel callejón. Quedándose estático sobre el cuerpo del pelirrojo para no generar ningún ruido y poder esconderse de quienes lo persiguen.

El repentino acto toma por sorpresa al menor, quien al notar la cercanía de sus cuerpos no puede evitar sentir el ardor en sus mejillas, sabe que se ha sonrojado pero gracias a Dios la oscuridad del lugar es su cómplice y no lo delata, por no menos no tan vergonzosamente.

-¡¿qué?! ¡¡Qu-quítate...quít!! -Intenta gritar pero una fría mano cubre sus labios haciéndolo callar.

-¡Shhh!- le riñe observándole entonces a los ojos; no alcanza a vislumbrarlos del todo bien, pero un pequeño reflejo de luz le permite perderse en ellos por unos instantes. La voz chillona del menor es apaciguada por su mano hasta que ambos se sumen en completo silencio y lo único que logra oírse son las voces de los policías, discutiendo acerca de cómo pudieron perder a un ladrón.

-He-hey...ya te di dos millones, ¡¡no puedes secuestrarme nuevamente!! -le reclama quedito e inconscientemente se forma un puchero en sus labios. Es extraña la sensación de familiaridad que siente con ese sujeto, no le asusta y está muy lejos de desagradarle -Te he salvado...me debes una-

La voz del menor se deshace del silencio que se formó cuando los hombres que lo perseguían abandonaron el lugar; por unos instantes observa ese puchero infantil que se ha instalado en la boca rosada y antes de dejar divagar otro poco a sus propios pensamientos, suelta un bufido mientras se aparta del menor y termina sentado en el suelo.

-¿Por qué te metes donde no te incumbe?- pregunta sin afán de darle crédito por haberle salvado, porque no lo niega, es cierto.

-¡¿Do-donde no me incumbe?! De verdad que eres un malagradecido...acabo de evitar que te lleven preso por...- sujeta despectivamente el objeto robado y lo sacude frente al rostro del mayor -...una cartera-

El pelinegro le arrebata el bolso de las manos y se pone de pie en un rápido movimiento, observando al menor desde su posición.

-No tengo tiempo para esta clase de cosas- larga en un suspiro exasperado y dando media vuelta se dispone a salir de aquel oscuro y cerrado lugar.

-¡¡E-espera!!- el pelirrojo se apresura a tomarlo del brazo -n-no puedes irte así, no aún...- su nerviosismo lo traiciona y no puede sostener la mirada ante esas orbes negras que siente que lo tragan -Aun me debes algunas explicaciones...- se arma de valor y levanta la vista nuevamente para encararlo -puedo denunciarte ahora mismo, puedo gritar y hacer q esos policías regresen... solo quiero la verdad, por favor. ¿Por qué lo hiciste? ¿¿Para qué eran esos dos millones??-

-¿¡Desde cuando un secuestrador debe darle explicaciones a su rehén!?- espeta apartando la mano que lo sujeta al instante – ¡Se supone que jamás volveríamos a vernos!- sentencia, perdiéndose contra su voluntad en los ojos avellana que le miran desde hace un buen rato –No me hagas perder el tiempo- culmina entre dientes y gira sobre sus talones, caminando decidido a largarse con sus ganancias.

-¡¡Heeeey!!- no podía creerlo, ese sujeto lo estaba ignorando magistralmente.

El hombre que ahora le da la espalda lo tuvo secuestrado y le quito a su novio dos millones de dólares... ¿ahora pensaba irse así nada mas? -¡Detente ahí! ¡Basta! No puedes simplemente ignorarme... ¡¡mierda que acabo de salvarte el pellejo!! ¡¿Y no me puedes dar una maldita explicación?!- el pelirrojo estaba perdiendo el control y se estaba dejando guiar por la frustración y el coraje -eres un testarudo, un desconsiderado, un idiot...-

Y los insultos hubieran seguido brotando de la pucherosa boca rosada; de no ser porque el pelinegro detuvo sus pasos solo para volver sobre ellos y, pasando una de sus manos tras la nuca del menor, lo atrajo a sus labios hasta topar los ajenos en un intento muy efectivo por callarle de una maldita vez.

Esto estaba mal. Oh si, una vez más su moralidad se permitió hablar dentro de sus pensamientos, pero el recuerdo que le había dejado esa boca y el deseo de probarla nuevamente fueron suficientes para usar la excusa.

Un movimiento acompasado de labios que se mantuvo unos instantes; los suficientes y necesarios para embriagarse con el sabor de la boca contraria. El mayor se aparto con cuidado, delineando con las yemas de sus dedos el contorno del cuello hasta llegar al mentón, analizando esas facciones delicadas pero masculinas que se cruzan en confusión luego de aquel acontecimiento.

Y sabe que ya no hay nada más que decir. Eso fue todo.

Vuelve a acomodar el bolso bajo su brazo y, sin miramientos ni explicaciones, sale del callejón dejando atrás a un estupefacto pelirrojo. 




Continuará…

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