(FIC) ESTOCOLMO *Capítulo 4*

Actu♥
Gracias por el apoyo y por la comprensión respecto a la semana pasada :3
Me disculpo por la demora de esta actu, ya que esta vez fui yo la que tuvo unas cuantas complicaciones este fin de semana.
Fabi y yo las queremos mucho♥♥



ADVERTENCIA: Violencia y sangre.

Capítulo 4:

Seúl, Corea del Sur
Distrito Guro, Gaebong-dong 
Año 1995 


La mañana era agradable, un amanecer de aquellos en los que a cualquier niño le provocaría salir a jugar con sus amigos; uno de aquellos en los que a cualquier ama de casa le gusta aprovechar para sacar y tender la ropa recién lavada.

Pero quizás las cosas eran diferentes en esta pequeña familia… quizás para ellos aquel bonito amanecer era solo uno más que sumar a los anteriores.

Un par de voces se convierten en gritos inentendibles que retumban en el pequeño apartamento, y el niño que habita con los dueños de aquellos ruidos no puede hacer más que esconderse bajo las mantas de su futón y taparse los oídos en un intento fallido de apartar esas voces de su cabeza.

-¿¡Cómo planeas mantener a otro hijo mujer!? ¡Estas fuera de tus cabales!-

-¡Tu eres el culpable de todo esto! ¿¡Crees que quiero otro hijo!?-

-¡Entonces deshazte de el de una maldita vez o me largo!-

Podría decirse que a sus ocho años de edad ya está ‘acostumbrado’ a esos gritos que brotaban desde el más tonto y efímero comentario, a cualquier hora del día. Pero aún es un niño, un niño que quiere pasar tiempo con sus padres, que quiere sonreír y decirles lo mucho que los ama…

Pero, podría jurar que ni siquiera sabe si su propio padre lo ama de verdad. Recuerda claramente cuando su mamá lo acunaba entre sus brazos siendo más pequeño y a veces le cantaba; su papá jamás estaba… han pasado años desde aquello y junto con esos abrazos y canciones, también la sonrisa de su madre desapareció de repente. Su propio padre le arrebató la sonrisa a su mamá y ahora solo con mucho esfuerzo logra sacarle una de vez en cuando.

Su propio llanto contra la almohada logró hacer que deje de escuchar las voces en el otro cuarto, su frágil e inocente corazón se quebraba otro poco con cada lagrima, e incluso a veces le hacían pensar si algún día podría romperse de verdad.

***

-¿Yoochun?- la vocecita femenina le toma por sorpresa.

Se limpia el rostro con ambas manos y vuelve a abrazarse a sus rodillas en las escaleras sobre las que lleva sentado un buen rato.

-¿Yoochun, estas llorando?- la niña se sienta a su lado en los escalones, inclinando el rostro para mirarle mejor.

-No, Yoo Mi, los niños grandes no lloran- responde con el ceño fruncido, volteando a mirarle.

El cabello castaño le cae lacio hasta los codos y le tapa parte de las mejillas cuando está inclinada así mirándole. Sus ojos marrones chocolate le miran curiosamente y una sonrisa se dibuja en su boca cuando el pequeño vuelve a apartar la mirada soltando un bufido.

-Mentiroso, solo tengo un año menos que tú y cuando me caigo lloro- explica animadamente y también se abraza a sus rodillas, imitando al mayor.

-Tú eres niña y las niñas lloran siempre- reniega estirando el brazo apenas para empujarle la sien con la yema del dedo índice, haciéndola reír un poco más.

-Entonces tú también eres una niña, porque todos los días te encuentro aquí llorando- se burla del pelinegro y le saca la lengua cuando vuelven a mirarse a los ojos.

-¿Tus papás gritan Yoo Mi?- pregunta desviando una vez más la mirada, concentrándose en una piedrita que tiene bajo los pies, haciendo como quien no presta demasiada atención.

-Mmm… Cuando mi hermano hace travesuras- apenas responde y le mira curiosa, atenta a sus gestos.

-…ah- murmura y siente como se le vuelve a oprimir el corazón.

Por qué su familia no puede ser como la de los demás, por qué sus papás no pueden ser como los de Yoo Mi y solo gritar si él hace una travesura… Su papá le grita a su mamá por todo, y su mamá también reniega todo el día por culpa de su padre, aunque a él no le grita… ella le trata bien. Su papá… su papá a veces ni siquiera le dirige la palabra en días…

-Los tuyos también gritan, ¿no?- se apresura en preguntar, observando cómo los ojitos negros vuelven a abnegarse en lagrimas –A veces se escucha por mi ventana- dice quedito, recibiendo un asentimiento de cabeza por parte del mayor -No te gusta, ¿cierto?-

La pregunta le retumba en la cabeza. No. No le gusta, para nada… Pero, ¿qué hacer? A veces quisiera ser mucho más grande para poder tomar la palabra, o para poder irse y hacer lo que quiera con tal de no escucharlos así.

-Sabes, cuando hagan algo que no te gusta, ven a mi casa a jugar- ofrece la menor, sonriéndole ligeramente cuando el pelinegro voltea a mirarle.

-¿Si puedo?- sus ojos se abren sorprendidos y se apura en limpiar nuevamente sus húmedas mejillas.

-¡Sí! Así no lloras todo el día- responde entre risitas y suelta una aguda carcajada cuando el pequeño Yoochun le mira enojado.

-¡No lloro!- chilla estirando los brazos, levantándose velozmente cuando la castaña sale corriendo para huir de su amigo -¡¡Yoo Mi, ven aquí!!-

-¡¡Yoochun eres un tonto!!- ríe alto y sigue correteando.

Y resulta extraño, pero al menos por hoy el corazón del pelinegro ha dejado de doler un poco.

***

4 meses después…

-Mamá ha dicho que mi hermanito va a nacer en 2 meses-

Yoochun y Yoo Mi juegan en el modesto apartamento de la pequeña, son pasadas las 6 de la tarde y ya se ha hecho costumbre quedarse hasta esas horas haciendo de todo y nada a la vez.

-¿Cómo se va a llamar?- pregunta alegremente la castaña, siguiendo con un caballito de madera el camino que iba dejando el tren que jalaba el pelinegro.

-Aún no lo sé, pero ojalá también tenga un ‘Yoo’ y así los 3 seremos mejores amigos- sonríe lindamente y la pequeña se contagia de aquel gesto.

Siguen jugando hasta que un llamado por parte de la mamá del mayor le obliga a despedirse y salir.

-Yoochun, acompáñame a comprar- habla la señora mientras cierra la puerta del apartamento y le extiende a su hijo el bolso para las compras.

-Pero ya está oscureciendo… ¿No es peligroso?- pregunta preocupado porque recuerda la voz de su padre, hablando sobre los robos nocturnos que suelen ocurrir alrededor de la zona.

-Volveremos rápido, lo prometo- apenas contesta con una sonrisa y jala al menor de la mano, llevándolo consigo.

Caminan entre los callejones de aquel modesto barrio, los faroles de luz amarillenta apenas iluminan lo necesario, pero aún así el ambiente tétrico es abrumador. El camino hacia el mercado esta desolado a aquellas horas, según otras personas, las calles que había que cruzar para llegar eran llamadas ‘de mala muerte’ y se suponía casi siempre eran peligrosas.

Unos murmullos a sus espaldas llaman la atención del menor, apenas voltea para mirar y descubre un grupo de cuatro chicos siguiéndoles a unos cuantos metros.

-Mamá… nos están siguiendo- susurra jalando la falda de su progenitora, notando como la mujer acelera el paso y es imitada por el grupo a sus espaldas.

Unas risas estridentes sobresaltan tanto a madre como a hijo y se horrorizan cuando los pasos aceleran hacia ellos.

-A ver, señora, hagamos esto por las buenas- una voz ronca resuena a la izquierda de su madre y el más alto de los hombres la sujeta del brazo con fuerza –Deme su dinero-

-N-no me haga daño, p-por favor- suplica mientras le extiende el monedero y ahoga un jadeo cuando el tipo se lo arrebata de los dedos.

-¿¡Solo esto!?- grita jaloneando a la mujer y los otros 3 hombres se acercan peligrosamente.

-¡E-estoy embarazada! ¡Por favor, no me haga daño!- vuelve a pedir entre lagrimas, sosteniendo su vientre abultado presa del terror de la situación, apretando fuertemente la mano de su hijo que sostiene con la contraria.

-¿¡Acaso me importa!?-

Un grito, una bofetada.

Su madre tirada en el suelo siendo amenazada con un cuchillo.

Eso… es demasiado para un niño de ocho años.

-¡¡¡MAMÁ!!!- el grito escapó desgarrado de su garganta, haciendo caer en cuenta a los maleantes que él también estaba presente.

-Quieres ver como se muere tu mami, ¿mocoso?- se burló el más alto, empuñando el arma blanca con fuerza antes de clavarlo en uno de los brazos de la mujer.

-¡¡¡MAMÁA!!!- volvió a chillar entre lagrimas a la misma vez que su madre gritaba de dolor –¡¡¡AYUDAA!!! ¡¡ALGUIEN AYUDAAA!!- comenzó a suplicar al aire, pero ninguna de las luces de las casas cercanas se prendió, nadie salió en respuesta, solo estaban esos 4 tipos, su mamá y él en aquel lugar. Solos.

El espeso líquido rojizo comenzó a expandirse sobre el asfalto en un charco que humedecía y coloreaba la ropa de la mujer. Varios cortes más sobre el antebrazo y con cada pedida de dinero, y cada negativa por parte de la señora, nuevas puñaladas eran dejadas sobre lugares no vitales, pero de todas maneras dolorosos y esenciales para sobrevivir.

-¡BASTAA! ¡¡¡BASTA YAA!!!- Yoochun se peleaba entre gritos y llantos con uno de los tipos, apenas e intentaba golpearle con todas sus fuerzas y aún así era detenido a los pocos segundos. A este paso su mamá y su hermanito podrían morir de verdad.

-Ya me harté de ti y de tu hijo chillón- gruñó entre dientes el más alto y sin importarle los ruegos y las lágrimas de la mujer, alzo el brazo dispuesto a darle fin a su miserable existencia.

El pequeño pelinegro se escabulló de los brazos de su atacante y se lanzó contra la mano empuñada del delincuente, apartando la estocada mortal con su propio peso.

-¡MOCOSO DE MIERDA!- gritó el hombre y justo antes de ser golpeado, el menor cerró fuerte los ojos…. Aunque el golpe nunca llegó.

El silencio se apoderó de la escena un momento y luego varios pasos presurosos y algunos murmullos llamaron su atención.

El más alto de los hombres se levantó del suelo y salió corriendo, seguido por los demás.

-¡¡Yoochun!! ¡¡Yoochun!!- la voz de la madre de Yoo Mi le obligó a voltear aún asustado; varios vecinos venían corriendo y el solo pudo llorar más fuerte y abrazarse a su mamá, quien yacía inconsciente en el suelo.

***

Hospital General del Distrito Guro.

‘-Ha sido un milagro que sobreviviera; dicen que los cortes no tocaron ninguna vena importante aunque estuvieron muy cerca. Lo que más me preocupaba era el bebé, me alegra saber que su embarazo sigue normalmente-

-¿Y Yoochun? ¿No fue muy grave su herida?-

-Gracias a Dios solo fue superficial, pero lo suficientemente agresiva como para dejarle una cicatriz en el pecho-

-Salvó a su madre haciendo aquello… quién lo creería, un pequeño héroe que arriesgó su vida para salvar a su progenitora-’

Las voces de dos mujeres llegaban de lejos a sus oídos; una era la madre de Yoo Mi y la otra era una vecina del piso de arriba.

La luz blanca de la habitación del hospital se coló entre sus parpados a medida que los abría y sentía un dolor punzante a la altura de su corazón.

-Ma-mamá… ¡Mamá!- habla entre sollozos e intenta enfocar la mirada.

Unos pasos se apresuran en alejarse y una voz les avisa a las mujeres afuera que ‘el niño ha despertado’

-¿Yoochun? ¿Pequeño, como te sientes?- los brazos de la mamá de Yoo Mi le acunan por unos momentos, poco a poco va distinguiendo su silueta y observa claramente esa mirada maternal junto con una sonrisa aliviada –Yoo Mi me dijo que te vio salir con tu madre, no pude con la preocupación y llamé a los vecinos para que me acompañen a buscarlos. Quizás… quizás no llegamos muy rápido, pero logramos espantar a aquellos locos antes de que algo peor sucediera- habla de corrido con lagrimas en los ojos y vuelve a abrazar al pelinegro.

-… ¿y mi mamá?- pregunta en un susurro, justo antes de descubrir con sus manos la venda que le envuelve el torso y ese parche que cubre desde su clavícula hasta su pecho – ¿Qué es esto?- pregunta incluso asustado por el dolor que le causa tocar el vendaje y pronto sus manos son apartadas por las de la mujer.

-Tu mamá está en el cuarto de al lado, está bien… aunque tiene varias heridas, tu hermanito también está bien; los dos se van a recuperar y pronto podrán salir de aquí. Y eso, es un corte que te curaron, no lo toques o te dolerá más, ¿si?- el menor asintió despacio antes de pedir ir a ver a su madre.

El doctor autorizó que saliera un momento y lo llevaron a la habitación contigua, sentándolo en una silla al lado de la mujer.

Sus brazos estaban recubiertos en vendas parecidas a las que traía el en el pecho, estaba durmiendo y tenía una mascarilla que le cubría la nariz y la boca; el doctor le dijo que eso era oxigeno, y que se lo daban para ayudarla a mejorarse.

No entendió mucho de lo que le hablaba el hombre en bata blanca. Su mirada vagaba sobre el cuerpo de su mamá allí postrada y al abultado vientre en el que su hermanito aún dormía. Mientras que en su mente solamente se preguntaba dónde estaba su papá.

***

Los días pasaron lentamente, para un niño, un hospital puede ser lo más aburrido que existe; y Yoochun estaba viviendo aquello en carne propia.

Su mamá dormía mucho, hace varios días ya había despertado, pero solo se mantenía así por una media hora y luego seguía durmiendo. Los doctores entraban y salían de su habitación, unos la revisaban a ella, otros revisaban al bebé y así se pasaba el día.

La herida en su pecho ya había sanado y le había dejado una cicatriz algo rara y desagradable a la vista. Aunque Yoo Mi le dijera que no se veía tan mal la vez que se la mostró mientras jugaban allí en la habitación de al lado.

A la tercera semana desde aquel incidente, su padre apareció en el hospital.

Entró y le gritó a su mamá, la insultó y la hizo llorar. También le gritó a él, pero no logró sacarle ni una sola lágrima. Se aguantó el llanto y lo guardó en lo más profundo de su ser; le escuchó con las manos empuñadas y el ceño fruncido, esperando el momento en el que dejara de hablar.

-¡TE ODIO!- gritó cuando el hombre se dispuso a marcharse – ¡TE ODIO!- repitió con más fuerza, obligando a su padre a voltear -¡MAMÁ Y YO NO TE NECESITAMOS! ¡YA NO SOY TU HIJO!- sentenció sin más y aquella risa burlona que recibió en respuesta pudo hacer brotar toda la ira que en una infantil mente de ocho años jamás se hubiera encontrado.

Y aquella fue la última vez que vio el rostro de su progenitor. Se fue y jamás volvió.

~~~~~~~~

7 años después…

El pequeño Yoohwan acababa de celebrar su séptimo cumpleaños en aquel pequeño apartamento en el que aún vivían.

Yoochun trabajaba en un puesto del mercado ayudando a una vecina desde que cumplió 14 años y además hace entregas de frutas y verduras ayudando a otro señor de la zona. Gracias a él su madre ha podido pagar la renta completa y a tiempo aunque sus deudas con las vendedoras en las galerías a veces podían con el humor del pelinegro.

-Mamá, te he dicho miles de veces que no tenemos el dinero para pagar esa ropa- habla con el ceño fruncido y señala los abrigos y los zapatos que su madre ha traído a casa aquella tarde.

-No han costado tan caro, ya los voy a pagar- responde con una sonrisa y sigue guardando sus adquisiciones.

-¡Tenemos que sobrevivir! ¡Tengo 3 trabajos! Y apenas nos alcanza para la renta, a veces hago horas extra para que no me cobren la comida. Mamá, solo tengo 15 años- explica frustrado y recibe a cambio un abrazo y un beso sobre la frente.

-Tienes razón, tú no te preocupes por lo mío. Yo veré como pagarlo. Gracias por ser el hombre de la casa- le habla dulce y le deja allí de pie, en medio de la habitación.

***

-¡Yoochun!- la familiar voz de su mejor amiga le hace voltear mientras termina de tender la ropa que su mamá recién ha lavado – ¿Has oído que subirán la renta?- pregunta la castaña alegremente, ubicándose a un lado del pelinegro para dejar su cesto de ropa en el suelo y usar el tendal contiguo.

-¿¡Más!? Ya no me alcanza tiempo para otro trabajo… y nadie quiere aumentarme la paga- se queja y se detiene un momento a ver a la muchacha, lleva el cabello largo amarrado en un moño, con algunos mechones rebeldes cayendo a los lados de su rostro. Trae una blusa color rosa y una falda floreada que cae ligera hasta un poco más arriba de sus rodillas.

-Dicen que esta vez la duplicarán, el casero necesita dinero para su perro- explica mientras tiende la ropa, volteando para mirarle de reojo cada tanto.

-Pues yo tengo que mantener a mi madre y a mi hermano, que su perro espere- habla cruzándose de brazos, habiendo terminado con su parte de la labor.

-Y si no te alcanza… ¿qué harás?-

Buena pregunta, conseguir otro apartamento cerca, ¿quizás? Cualquier idea que se le cruzaba por la cabeza era referente a dejar el lugar en el que viven desde que tiene memoria.

-No lo sé, no quisiera mudarme- murmura apenas, aún divagando en sus pensamientos; distrayéndose con los ojos entristecidos de su amiga.

-Yo tampoco quisiera eso- balbucea apenada y largando un suspiro sigue tendiendo la ropa.

-Esto es ridículo… pensar en la situación de nuestras familias y saber que en la cuidad hay gente que juega en loterías y les regalan el dinero. Por qué no pueden regalarlo aquí, a personas que de verdad lo necesitan, en vez de dárselo a aquellos que lo gastarán en alcohol o cosas inútiles-

-…Así son las cosas al parecer… solo podemos esforzarnos y tratar de llegar a ser alguien en esta vida, ¿no crees?- sonríe y se detiene a mirar al pelinegro.

-¿Cuando maduraste Yoo Mi?- se burla y ríe ampliamente cuando la menor infla sus mejillas.

-Muy gracioso, te burlas porque tú maduraste muy joven- revolea los ojos y se une a las risitas cuando Yoochun le saca la lengua en un gesto demasiado infantil

-Aún puedo ser inmaduro contigo- confiesa y se embelesa con esas mejillas que se han coloreado por su culpa.

De repente la mirada de la castaña se aparta, la ve morderse el labio inferior y antes de poder decir algo, ella es la que habla.

-…No quiero que esto ocurra, pero… si te vas, ¿volverás a visitarme?- pregunta buscando sus ojos para anclarlos en ellos.

-Todos los días- responde sonriéndole enternecido.

-¿Lo prometes?- pide y se apresura en alzar su dedo meñique, extendiéndolo hacia el mayor.

-Lo prometo- acepta y acomoda su dedo en torno al que le ofrecen, sellando la promesa que acaban de hacer.

Sus manos se separan y sin previo aviso los brazos de Yoo Mi se enroscan en el cuello del pelinegro, abrazándole con fuerza.

-No quiero que te vayas Yoochun- habla contra su nuca, estrechándole cuanto puede por el mismo miedo de que su mejor amigo desaparezca de su vida.

El mayor corresponde el abrazo y acomoda sus manos en la espalda de la castaña, acunándole contra su pecho, hundiendo su rostro en su cuello y esos mechones castaños que le cosquillean sobre las mejillas.

-Yo no quiero dejarte Yoo Mi- confiesa y siente como el corazón le late presuroso contra el pecho, apenas se separa y enmarca las rosadas mejillas de su amiga.

Inclinándose hacia su rostro para topar los delicados labios con los suyos en un roce casi imperceptible, pero cargado de suficiente cariño como para ser llamado ‘un primer beso’.

Y así con 15 años y una mentalidad un tanto más adulta, decidió darle un espacio en su maltratado corazón a ese primer amor que le había curado de a pocos desde que tiene memoria.

~~~~~~~~

Las cosas se complicaron seriamente en aquel barrio; las rentas subieron, no solo en el conjunto de apartamentos en el que vivían, sino también en los edificios a los alrededores; el índice de delincuencia también creció y junto con ello, también sus habilidades de defensa personal.

Tuvieron que mudarse de todas maneras cuando el casero se hartó de sus deudas y prácticamente los echó del edificio.

Yoochun consiguió una casa abandonada que vendían a un muy bajo precio por estar alejada de la cuidad. Era más como una cabaña en el bosque, no tan pequeña, pero tampoco grande, cerca a un lago rodeada de arboles por doquier.

Cuando llegaron y se instalaron allí, en el transcurso de los días, el pelinegro logró hacer un camino entre las plantas para no perderse yendo hacia la carretera y tal como le había prometido a Yoo Mi, fue a visitarla todos los días.

Hasta que pasados dos años y medio las cosas se complicaron más aún.

Su hermano Yoohwan, quien apenas tenía 10 años, fue diagnosticado con una enfermedad crónica que solo podría ser sobrellevada con tratamientos intensivos.

Los pequeños ahorros que había logrado con meses de trabajo escurrieron cual grifo de agua abierto con tan solo una semana del menor en el hospital.

Su madre cayó en depresión, culpándose por el malestar de su hijo y maldiciendo al hombre que lo puso en su vientre y que jamás volvió para ayudar en su miserable vida.

Cuando el pelinegro cumplió los 18 años, su madre falleció.

Yoohwan seguía hospitalizado, y los doctores, conscientes de la situación de los hermanos le daban plazos al mayor para hacer los pagos respectivos. Y entre trabajos por aquí y por allá, visitas al hospital y su labor de ‘padre de familia’, el tiempo para él se vio reducido a nada.

***

Los días en los que no tenía turnos por la mañana, los pasaba con Yoo Mi en la cabaña cerca al lago. No hacía mucho que se habían acostumbrado a aquello y en verdad le encantaba.

Poder reír un rato y olvidarse de sus preocupaciones con una de las miles sonrisas que le regalaba su mejor amiga o a veces con un casto beso robado de sus rosados labios.

Mantenían una relación en la que no habían preguntado si eran pareja, ni habían necesitado una confirmación al respecto, seguían siendo mejores amigos, pero allí también había un romance que apenas había brotado un poco; debido a las mil y un complicaciones que les mantenían apartados en los últimos años.

-Pequeña, soy afortunado de tenerte… De entre toda esa gente, tú y yo tenemos mucho en común- la voz de Yoochun sonaba lo suficientemente fuerte como para que ella escuchara; ambos sentados a un lado del lago, tocando aquella canción que tanto les gustaba -Digan lo que digan no los escuches, nena… Porque solo nos tienen envidia-

Las sonrisas plasmadas en sus rostros, unos cuantos minutos especiales para olvidarse del resto del mundo. Para dejar las preocupaciones a un lado y darle fuerza a su corazón maltratado por la vida pero curado por el amor de aquella chica.

-Digan lo que digan no me importa, porque te amo… No puedo perderte, es muy difícil- responde los versos en voz cantarina y risueña, acompañando también con la melodía de su canto los acordes de la guitarra que toca el pelinegro.

***

-…Yoochun- la voz femenina le llama cuando llega a visitarle aquel día.

La mañana estaba nublada y el clima algo frío, le gustaba sentarse al lado del lago en días así, podía pasar su tiempo disponible allí pensando en todo y en nada a la vez.

-Te extrañaba Yoo Mi- saluda y le extiende la mano para ayudarla a sentarse a su lado, sin soltarla para entrelazar sus dedos y quedarse así.

-Yoochun… mi padre…- comienza a hablar, pero el silencio se apodera del momento. El agarre de su mano no se siente como en días anteriores y eso le oprime el pecho en una sensación preocupada.

-¿Tu padre…?- la incentiva a seguir hablando, asustado de lo que pueda decir.

-Mi padre va a llevarme a la cuidad… iré a la universidad y seguiré una carrera-

-¿Te vas?- corta con aquella pregunta, soltándole la mano para girar y buscar su mirada.

-Yoochun…- murmura apenas, sujetándole el brazo en un vano intento por calmarle.

-Pero…- intenta refutar, descubriendo que su voz se ha estancado.

-Ya he esperado un año, las cosas se complicaron con tu familia y no iba a dejarte- explica bajando la mirada, jugando con sus dedos en el suelo recubierto de pasto.

-¿Te ibas a ir antes? Osea que… ¿he sido como un estorbo para tus planes?- frunce el ceño y siente como se le va agitando el pecho en desesperación.

-No es así Yoochun, lo que quiero decir es que puedo irme sin preocuparme por ti ahora- se presura en corregir y los ojos oscuros se topan con los suyos casi asustándole por ese gesto entre enojado y confundido.

-No entiendo nada… pensé que… nosotros-

-Nunca olvides que eres mi mejor amigo, volveré a visitarte y-

-¿¡Tu mejor amigo!? Yoo Mi, nos conocemos desde los 4 años, te he visto prácticamente todos los días de mi vida, desde los 15 años te he repetido lo mucho que me gustas incansablemente, nos hemos besado cientos de veces y te he cantado canciones de amor desde que convertimos este lago en nuestro lugar especial; ¿¡y ahora dices que solo soy tu mejor amigo!?- espeta azorado y se pone de pie, caminando a paso pesado hacia el interior de la casa.

-Lo nuestro… no fue algo serio…- balbucea siguiéndole, respingando cuando el pelinegro gira sobre sus talones para encararle.

-¡¡No lo fue para ti!! ¡Cada ‘te amo’ de mi parte ha sido verdadero!- gruñe enojado y siente como el mundo se le derrumba una vez más.

Recuerda que la única vez que gritó con tanto enojo fue el día en que su padre los abandono.

-Lo siento Yoochun, volveré… -

Empuña las manos ante aquellas palabras. Cómo confiar ahora si la persona más importante para él le estaba dando la espalda.

Sujetó del brazo a la castaña y la jaló fuera de la cabaña, sin importarle cuantas veces ella repitiera su nombre o intentara zafarse del agarre.

-¡Yoochun!- chilló una última vez cuando se encontraban a medio camino para llegar a la carretera.

El pelinegro la soltó y buscó su mirada por unos instantes antes de volver sobre sus pasos, deteniéndose a los pocos segundos solo para hablar finalmente.

-…ya… ya no quiero ser un estorbo para ti…- murmuró lo suficientemente claro.

Y corriendo se perdió entre los frondosos árboles de ese bosque, buscando un lugar desprovisto de plantas para enterrar el amor que acababa de morir en su corazón.

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Seúl, Corea del Sur
Actualidad
 

El estado de Yoohwan había empeorado, la enfermedad crónica podía tornarse degenerativa si no era tratada a tiempo. Con bastante esfuerzo y algunos actos delictivos en contra de su voluntad, había logrado pagar puntualmente lo necesario para mantener a su hermano en pie. Ya le habían hecho bastantes intervenciones importantes al menor y el riesgo había disminuido.

Pero estaba pendiente una última operación que podría salvarle la vida y ser el comienzo de su recuperación después de casi 7 años siendo víctima de aquella enfermedad.

-Temo decirte que la operación solo puede realizarse en Estados Unidos, lo siento- la voz del doctor que desde pequeño conoce resuena al otro lado de la línea y se corta a los pocos instantes.

Malas noticias. Odiaba las malas noticias. Eran lo único que había recibido desde que tiene memoria.

Continuará…

Como han podido ver, este capítulo ha sido un especial exclusivamente hecho para comprender a nuestro Yoochun; espero haya sido de ayuda y repito, muchas gracias por el apoyo que nos están dando en este proyecto♥ Fabi y yo leemos cada uno de sus comentarios y los apreciamos muchísimo♥

Dejar un comment no cuesta nada~~ ♥

P.D: La canción que cantan Yoochun y Yoo Mi en el lago es 'Whatever they Say' de nuestros preciosos Shinkis♥ Click AQUÍ si quieren oirla♥