(FIC) ESTOCOLMO *Capítulo 1*

Hoy les dejamos el 1er capítulo! ♥ *3*
Les pedimos nos tengan un poco de paciencia ya que Fabi y yo tenemos que coordinar nuestros tiempos para dedicarnos a escribir~

Nota Adicional: En algunos comentarios nos han preguntado quién es Janko. Bueno, Janko es el novio de Junsu. Pero no por ello vayan a odiarlo! D: El es un factor importante en la historia y con el transcurso de los capítulos se irán descubriendo más cosas ^^

Agradecemos su apoyo en este proyecto!! Apreciamos muchísimo sus comentarios~ ♥

Capítulo 1:

Malas noticias. Odiaba las malas noticias. Eran lo único que había recibido desde que tiene memoria.

Colgó la llamada y suspiró pesadamente; estaba harto de guardarse el enojo, la impotencia y la tristeza dentro, pero ¿qué más podía hacer? El tenía la responsabilidad sobre su familia y debía protegerla sin importar cómo.

Comenzó a caminar sin rumbo lejos de aquella cabina telefónica, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha, escondiendo el rostro tras esa gorra que frecuentemente trae puesta. Odiaba caminar por la cuidad, odiaba el murmullo de las personas hablando, odiaba alzar la mirada y encontrarse con esos altos edificios que para lo único que servían era albergar más ciudadanos que en lo único piensan es en contar su dinero.

Dinero que él no tiene… pero necesita.

Una sonrisa se curvó en su rostro. Asustar un poco a alguna de esas familias adineradas no sonaba tan mal; no cuando puede conseguir unos millones fácilmente. Ahora solo tenía que buscar a la ‘presa’ adecuada.

Sabía de antemano que la investigación tardaría poco más de un día, no puede lanzarse así simplemente sin haber planeado exactamente qué hará; pero las cosas se estaban complicando en cierta forma. Cientos de empresas, cientos de gerentes y cientos de empleados, el tiempo seguía corriendo y no podía detenerse en cada una de las opciones a evaluarla. Necesitaba actuar antes de que pasara la semana, sino sería demasiado tarde.

Paseó su mirada nuevamente por aquel registro de empresas que actualmente funcionan en Seúl, todas aseguraban tener grandes edificios a su disposición y daban más detalles de sus posesiones. ¿Por qué no ponían sus ingresos diarios? Así le facilitaban la vida…

-‘Hotel Jewel’… seis estrellas, ocho establecimientos en Corea, dos en Japón y uno en Tailandia…- leyó apenas en un murmullo, mirando a su alrededor en aquella cabina de internet para evitar ser descubierto -…Familia adinerada… dos hijos…- separó la carpeta de información en un USB y cerró todas aquellas ventanas que había necesitado abrir para hackear el sistema de registros empresariales.

Con la información que necesitaba en mano, tenía que evaluarla en otro lugar, a menos que quiera ser rastreado y atrapado por la policía. Salió del recinto, mezclándose nuevamente entre la gente que camina de aquí para allá; apenas sacando un poco la mano del bolsillo para observar el pequeño aparato que contiene su nueva fuente de dinero.

-Bingo- susurró para sí mismo, curvando una media sonrisa.

******

Los tenues rayos de sol que se colaban por las cortinas y acariciaban su mejilla, junto a la fresca brisa que entraba cautelosa por la ventana del aula fueron la combinación perfecta para seducirlo y llevarlo directamente a los brazos de Morfeo.

Qué más daba si perdía el último curso del día, sus ojos le pedían a gritos cerrarse y su espalda le suplicaba descanso. Después de haber dormido apenas una hora en toda la madrugada, el agotamiento le estaba pasando factura, era inhumano seguir un segundo más despierto, simplemente no podía...

El sonido de la campana anunciando el final de las clases le hizo comprender que había dormido poco más de dos horas, pero aún así el cuerpo le pesaba demasiado como para despegar la cara del pupitre.

-Vaya, vaya, vaya... noche difícil, ¿eh? - Un joven de 1.83 aproximadamente, tez clara, cabello castaño e hipnotizantes ojos verdes se puso de cuclillas para quedar a la altura del somnoliento pelirrojo y depositar un tierno beso en sus labios.

-¿Buenos días? - sonrió dulcemente frotándose los ojos - ¿Estoy en problemas cierto? ¿Cómo es que la maestra no dijo nada? Oh Dios...me dejará uno de esos trabajos ¿verdad? esos de fonética de doscientas hojas para mañana o no, ¡ya sé! me obligará a tomar otra vez el curso de corno francés, ¡¿es que no entienden que eso ni siquiera debería ser un instrumento?! La ultima vez termine con las amígdalas inflamadas y...-

-Junsu cálmate - le corto el castaño, sujetó su rostro con ambas manos y lo obligó a fijar su vista en él - Hablé con ella, le expliqué que te estás esforzando en componer la canción para el festival y dijo que no había problema.

-¿Es en serio? - el pelirrojo no podía creer que la profesora más estricta de la universidad le esté pasando por alto el haber dormido dos horas enteras en clase.

-Junsu, eres el alumno con las mejores calificaciones de su curso, era lo mínimo que podía hacer -le dijo ordenando sus cabellos - Y ya deja de pensar en ese estúpido corno francés, me haces pensar que realmente eso te traumó y necesitas terapia.

-Creo que si la necesito...- ambos rieron mientras el más alto ayudaba a su novio a recoger su mochila, listos para ir a casa.

Cuando estaban a punto de salir del aula el de ojos avellana detuvo sus pasos y lo tomo del cuello besándolo apasionadamente consiguiendo que ambos terminaran estampando sus cuerpos contra la puerta.

Junsu controlaba el beso, sin permiso introdujo su lengua para saborear cada centímetro de la ajena, succionaba los labios de su novio con ansiedad y mordía cada vez que podía el inferior.

La respuesta no se hizo esperar y pronto ya tenía un par de manos firmes en su trasero que masajeaban tiernamente los redondos músculos.

El intercambio de saliva y los roces constantes solo estaban consiguiendo aumentar la temperatura de sus cuerpos, y ese no era el lugar más indicado.

-Woww~ ¿por qué así tan de repente lindo? - cuestionó el mayor luego de cortar aquel increíble beso que lo tomó por sorpresa pero que sin duda si alguien los veía les traería problemas, y no es que estudien en una universidad de homofóbicos ni que tengan en secreto su relación, es solo que él acata al pie de la letra todas las normas de la institución y se quiere evitar cualquier tipo de problema.

-Janko, ¿te he dicho que te amo? - preguntó animado el más bajo.

-Cada día, precioso - le responde luego de besar castamente sus labios ahora rojos por el beso anterior.

-Pues ahora te amo más que todos esos días - junta sus frentes y cierra los ojos suspirando, queriendo que el otro sepa que es sincero -Gracias por siempre estar aquí.

-Junsu, eres mi novio, voy a cuidar de ti siempre - le abraza protectoramente y besa su cabeza - Si así es como vas a agradecerme cada vez que te cubra por quedarte dormido en clase, voy a empezar a poner somníferos en tu bebida - ríe y apreta los prominentes glúteos de su novio - anda, vamos que se hace tarde, debemos llegar a casa pronto.

-¿Irás? pensé que la junta con el comité de arquitectos era hoy.

-Hable con papá y lo entendió, al parecer mi pequeño novio no es solo una prioridad para mí.

-Mamá y papá estarán feliz de verte, hace tanto que no ibas a cenar...

-También me hace feliz acompañarlos - le sonríe tiernamente y entrelaza sus dedos mientras empiezan a caminar fuera del salón.

-Es perfecto, esto se siente tan bien, luego de tanto tiempo ocupados las cosas vuelven a ser como siempre, en verdad te extrañaba.

-Lo siento ángel, procuraré ordenar más mi agenda ¿si?

Ambos llegan al estacionamiento dispuestos a abordar el auto del mayor cuando un sonido rompe el romántico silencio que se había formado mientras compartían cómplices sonrisas.

-Solo será un segundo -Janko saca de mala gana su móvil y al percatarse de que se trata del número de uno de los gerentes de la compañía de su padre se ve obligado a contestar.

Junsu lo sabe, era demasiado bueno para pasar en un día, su tarde no será tan "perfecta" después de todo.

-Junsu, lo siento yo...

-Está bien, entiendo - interrumpe el menor con un claro destello de decepción en sus ojos -Mamá entenderá

-No. Iré, solo tardaré un poco más, ¿de acuerdo? Prométeme que no empezarán a comer sin mi - sujeta sus mejillas y le hace un tierno puchero.

-Lo prometo - Junsu quiere creer en él, sabe que las cosas cada día se complican más para ellos y tiempo es lo que menos tienen para verse, pero confía en lo que su novio le dice.

-Cielo de verdad me molesta mucho esto pero no creo que pueda llevarte a casa.

-Descuida, traje el auto. -Le sonríe lindamente para hacerle saber que todo está bien, que le entiende.

-Amor, no tardaré ¿si? Ve con cuidado - Se despide con un corto beso y sube rápidamente a su auto, va retrasado y sabe que no debe hacer esperar a quienes posiblemente se conviertan en los inversores de su primera empresa propia.

-¡Lo haré! - sonríe y espera a que el auto salga del estacionamiento para dejar caer esa lágrima que aunque sabe es tonta, no puede retener.

Encuentra su auto, sube a él y prende el estéreo. Mozart lo acompaña, solo quiere despejar su mente y llegar a casa lo más rápido posible confiando en la promesa de que Janko está vez llegará y quizá puedan pasar un tiempo a solas, como hace tanto que no lo hacen.

******

-Kim Junsu- murmuró con los brazos apoyados en el timón de la camioneta, observando una foto entre sus dedos, que le confirma que aquel pelirrojo que acaba de salir de la universidad es la persona que busca. Pero no está solo, hay otro chico que lo tiene sujeto de la mano –Diablos- gruñe entre dientes y golpea con el puño el asiento del copiloto. El chico que va con él se lo está llevando en dirección contraria.

Arranca el carro y les sigue cauteloso hasta el estacionamiento, apenas puede verlos desde lejos; y lo único que alcanza a hacer es maldecir en voz baja porque sabe que su plan está desmoronándose por culpa de ese otro chico.

Pero todo da un vuelco cuando el más alto lo deja allí de pie, al lado del auto.

Observa como el pelirrojo se despide moviendo la mano en alto y luego camina cabizbajo por el mismo camino por el que vino, hacía su auto.

La sonrisa victoriosa se apoderó de sus facciones.

-Qué tonto- rió refiriéndose al otro chico que casi arruina sus planes –Si supiera que acaba de entregármelo en bandeja de plata~- canturreó feliz, poniendo nuevamente su plan en marcha.

Siguió al carro del pelirrojo durante un buen rato, observaba como los ‘ajustes’ que le hizo más temprano iban funcionando; el carro deportivo comenzaba a ir más lento cada vez, hasta que una nube de humo negra salió del capot y detuvo totalmente el auto.

Se tomó todo el tiempo del mundo para estacionarse tras el menor y mirarle desde allí. Los ojos avellana se turnaban desconcertados entre el auto malogrado y el reloj de su muñeca, al parecer se le hacía tarde para algo.

-Hey- bajó de la camioneta, acomodando su gorra para permitirle al menor verle; encontrándose entonces con su mirada preocupada – ¿Te quedaste varado?- pregunta y examina el auto con las manos metidas en los bolsillos. Pero no obtiene respuesta alguna, el pelirrojo solo le mira desconfiado por varios segundos.

El pelinegro sonríe ampliamente, suavizando el gesto del menor con su risa encantadora.

-¿Puedes ayudarme?- la voz de Junsu suena alterada, no ha parado de mirar el reloj en su muñeca y le desespera estar allí sin hacer nada productivo. Ha llamado a sus padres, pero rara vez contestan sus teléfonos. Como andan todo el día trabajando, suelen llegar a casa y apagarlos para que no interrumpan su tiempo familiar. Y Janko… el está ocupado también.

-Claro que puedo, si para eso me detuve- expresa mientras camina hacia su camioneta para sacar una caja de herramientas –Déjame revisar aquí y en unos minutos ya estarás manejando nuevamente- ofreció buscándole la mirada, dándose el lujo de mirarle de arriba abajo como si nada antes de abrir el capot y encargarse de arreglar el motor malogrado.

-¡Tssk! - el pelirrojo chasquea la lengua ante la desvergonzada mirada pero decide simplemente dejarlo pasar, se le ha hecho tarde y su única esperanza de llegar a casa a tiempo para cenar con su novio es aceptar la ayuda de ese sujeto.

Ríe bajito ante aquella actitud tan extraña; de verdad que es una presa fácil. Une algunos cables a los lados del motor y con la llave inglesa ajusta algunas tuercas flojas; se ensucia las manos con la grasa del carro, pero ya es costumbre.

-Era un problema con el carburador- le informa al menor, llamándole con una mano para que se acerque a echarle un vistazo.

-Apenas ayer lo saqué del mecánico - se acerca para observar lo que había provocado que se quede varado en medio de la carretera - Mañana hablaré con el sujeto, me tendrá que devolver el dinero, hoy ya es muy tarde para eso. Te agradezco mucho el haberme ayudado, soy Kim Junsu - saca una tarjeta de su billetera y se la ofrece al desconocido- ahora no traigo dinero, pero llámame mañana y acordaremos tu pago, ¿está bien?

-¿Mañana? Ah… no te preocupes por el pago- dice tranquilo y acepta la tarjeta que el pelirrojo le ofrece –No soy mecánico de oficio después de todo… ¿dijiste que ibas tarde?-

Pregunta mientras va guardando sus herramientas en la caja, da una última mirada al motor del auto y cierra el capot.

-Conozco muy bien esta zona, si buscas algún atajo para llegar más rápido a cualquier lugar deberías aprovechar y preguntarme antes de que me vaya- sonríe caballeroso una vez más y vuelve a su camioneta para guardar sus cosas.

- Vaya, ¿eres mi ángel guardián o algo por el estilo? -no puede evitar dedicarle una tierna sonrisa, el tipo no hace más que sacarlo de uno y otro problema - voy a una cita muy importante y...-mira por décima vez su reloj - estoy sumamente retrasado.

Junsu se siente realmente agradecido con el joven azabache y al percatarse de que trae la camisa manchada de grasa decide regalarle una de las tantas que tiene en la maletera del auto, después de todo siempre carga con distintas mudas de ropa por si la ocasión amerita un cambio.

-¡Hey! Es para ti - le tiende la prenda y espera a que se limpie las manos para cogerla -debo agradecerte de alguna manera, por favor acéptala.

El mayor se deja embelesar por esa sonrisa sincera, ríe por lo bajo y limpia sus manos en la ya sucia camiseta que lleva puesta. Se deshace de los botones hábilmente y despoja su torso de la prenda que lo cubre.

Seca el sudor en su cuello con el reverso de la camisa que se acaba de quitar, se limpia un poco con ella para no ensuciar la nueva camiseta que le ofrece el pelirrojo. Deja la prenda manchada en el asiento del copiloto de la camioneta y se acerca a Junsu para aceptar el regalo.

Curiosamente los ojos avellana están posados en cualquier otro lugar menos su rostro, pero no se molesta en desviar la mirada para averiguar qué tanto le llama la atención. Sabe que es aquella cicatriz que se dibuja desde su clavícula derecha y desciende diagonalmente hacia el centro de su pecho.

-Gracias- sonríe y nota aquel ligero y casi imperceptible rubor que se pinta en las mejillas del pelirrojo al verse descubierto –Será mejor que te vayas ya si no quieres llegar tarde- insiste y se coloca la camisa, tomándose su tiempo para abotonarla.

-Ci..cier..cierto - Se siente tonto al tartamudear pero es inevitable no sentirse algo nervioso al tener delante un torso tan bien marcado. No era sumamente musculo, era más bien fibroso, digno de un atleta, tenia lo preciso para verse masculino...era casi perfecto - Entonces, ¿por dónde debo ir? - trata de cambiar el rumbo de sus pensamientos y sacude sutilmente la cabeza para luego mirar al pelinegro quien le alcanza un pequeño papel indicándole con mayor precisión el camino que debe seguir.

-Sigue esa ruta, es la más rápida que conozco hasta ahora- afirma señalando la hoja y le guiña el ojo antes de dar media vuelta para volver a subir a su camioneta. Arranca y pasa despacio a su lado, apenas despidiéndose con un gesto de mano.

El plan marcha a la perfección, ahora solo debe encontrar el momento perfecto para bajarlo de su auto nuevamente y ‘atraparlo’ cuando se encuentra completamente indefenso.

Se adentra hacia el bosque con la camioneta, escondiéndose de la carretera; quedándose en un punto estratégico para poder reencontrarse con el pelirrojo.

******

Habían pasado unos 45 minutos y lo único que podía ver a su alrededor eran árboles y más árboles.

-¡Maldición! esto era lo que faltaba, no llegaré a tiempo - Junsu maldecía constantemente su suerte y a cada minuto que pasaba, su paciencia disminuía otro poco.

-Estoy seguro de que era por acá...-con la mano que no sujetaba el volante sostenía el papel que indicaba el atajo para llegar a casa.

Junsu comprendió a la perfección que ese, definitivamente no era su día después de que una ráfaga de viento entrara por la ventana del auto llevándose con ella el único medio que le permitía ubicarse.

-¡Mierda! ¡No! nononono...-

Trató de alcanzarla mientras ésta salía por la ventana, pero en su desesperación solo consiguió perder el control del auto llevándolo hacia una pequeña depresión de la que no se percató por lo frondoso terreno.

El pelinegro observaba desde lejos, sentado en su camioneta con las manos ancladas al volante. Dentro de la espesura del bosque la oscuridad era casi inminente, apenas y los faros de la luz del auto de Junsu le habían permitido seguirle sigiloso.

Un golpe seco y el sonido a vidrios rotos le obligaron a encender las luces de su camioneta. El carro deportivo estaba estampado contra un árbol, con las llantas delanteras sin tocar el suelo producto de aquel desnivel en el que cayó.

La ventana delantera estaba rota, y desde lejos pudo ver el destello de los cabellos pelirrojos apoyado sobre el timón.

-Fuck- gruño entre dientes, bajando al instante del auto para ver la condición del menor.

Como pudo rodeó el vehículo y con ayuda de algunas rocas logró bajar esa pequeña pendiente que apenas se notaba entre las plantas. Alcanzó la puerta del conductor y tuvo que hacer fuerza para abrirla. Junsu estaba inconsciente, tenía un corte en la mejilla y otro en la frente, a simple vista no había sido algo demasiado grave, al parecer se había golpeado la cabeza con fuerza.

Alcanzó a desabrocharle el cinturón y lo bajó del auto para cargarlo en su espalda hacia la camioneta.

Se dirigió con velocidad hacia aquella cabaña a la que llamaba ‘hogar’, adentrándose más entre los árboles, hasta llegar a un pequeño claro con un lago y una cascada detrás. La cabaña se veía ancha desde fuera, cubierta por plantas y musgo podía camuflarse muy bien entre los árboles.

Cargó al pelirrojo dentro de la casa, acomodándolo sobre la cama en un cuarto al lado del suyo y se dedicó a curar esas pequeñas heridas y rasguños que se había hecho hace rato.

Ya después le ataría a una silla y le vendaría los ojos; primero debía asegurarse del bienestar de su ‘rehén’.

******

Poco a poco recobraba la razón, las náuseas y el dolor agudo en sus muñecas le indicaban que definitivamente las cosas no estaban bien.

Intento abrir los ojos y fue cuando se dio cuenta que los traía tapados por una especie de tela.

Su pulso se disparó y empezó a sudar frío, esto realmente estaba mal. ¿Pero qué hacer? tenia brazos y piernas atadas, sus sentidos disminuidos, estaba totalmente a merced del desquiciado ser que lo tenía cautivo...

Continuará…

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